En Zhirendong, al sur de China, encontraron en 2007 una mandíbula humana prehistórica cuyo estudio ha sido publicado recientemente. Como tantas veces pasa los medios de comunicación han propagado la noticia como si del descubrimiento de la penicilina se tratase ayudados, todo hay que decirlo, por la voluntad de marketing de los propios investigadores. Por enésima vez hay que hablar de multirregionalistas vs. Out-of-Africa, cuestión sobre la que ya me detuve en algún post del blog. Y es que esta noticia ha sido sobrestimada simplemente porque viene a decir que quizás no descendemos de una abuela negro-africana. ¿Quién ha filtrado a la prensa no especializada que este descubrimiento chino podría resucitar las teorías multirregionalistas? Francamente no creo que los periodistas estén al día de las trifulcas internas de los antropólogos, así que lo más lógico es pensar que dicha apostilla iba incorporada en las notas de prensa, es decir, que los autores y parte de la comunidad científica son los primeros interesados en que esto constara así. No debería sorprendernos porque un sector importante de los especialistas aún no ha digerido el gol que les colaron con la Eva mitocondrial, que de una manera tan aplastante como súbita puso fin a cualquier argumento multirregional.
Los multirregionalistas son patéticos. Ya lo fueron durante su edad dorada, cuando ni siquiera necesitaban usar dicha etiqueta, y mucho más hoy que andan dedicados a captar fieles desesperadamente. Ahora pretenden ser portavoces y custodios de todos los argumentos en contra del Out-of-Africa, pero no nos debemos dejar confundir. El paradigma africano hoy hegemónico muestra tanto luces como sombras, las cuales soy el primero en denunciar. Considero que las teorías Out-of-Africa fueron encumbradas tan rápido que no tuvieron tiempo de ser adecuadamente discutidas y corregidas, y que ha acabado siendo un dogma autoritario tan abominable como cualquier otro. Pero el multirregionalismo no es “lo que se opone a los disparates del Out-of-Africa” sino una teoría muy concreta que se podría resumir así: las “razas” humanas actuales provienen de variedades del Homo ergaster-erectus aisladas entre sí al menos medio millón de años. Los rasgos característicos de blancos, negros y amarillos se pueden rastrear paulatinamente desde esas fechas y en las mismas regiones donde esperábamos encontrarlos. Esto es el multirregionalismo verdadero y como tal carece de lugar en la ciencia actual, principalmente porque surgió sin tener en cuenta la genética. ¿Imaginan que mil alfileres al caer al suelo dibujaran un retrato de Cantinflas? Pues más o menos la misma probabilidad estadística hay de que unos grupos humanos aislados durante tanto tiempo den lugar a unas “razas” tan similares genéticamente y parecidas morfológicamente como las actuales. Fin de la cuestión. Multirregionalismo no es apostar por el mestizaje con el neandertal o la entrada por Gibraltar, como tampoco lo es reírse de los relojes moleculares y cuellos de botella de los pro-africanos. Estas son sólo banderas que han ido incorporando a su agenda para minar en sus debilidades más evidentes al paradigma hegemónico. Porque su propósito último es combatir la idea de que todos provenimos de poblaciones africanas que hoy describiríamos unánimemente como “negros”, más allá de cómo se autodenominen (antes fueron polifiletistas, y antes poligenistas) e incluso de un argumentario constante. Como no, tienen un público fiel entre los sectores más reaccionarios y xenófobos de la sociedad, así que noticias como las que hoy nos ocupa suelen ser publicitadas a bombo y platillo.
La información que se ha publicado sólo contiene dos datos incuestionablemente científicos: que la mandíbula de Zhirendogn tiene rasgos modernos mezclados con otros más arcaicos, y que su antigüedad es grande (100.000 años). El resto son especulaciones bastante pobres, un castillo de naipes que sólo se sostiene por la anuencia del eurocentrismo imperante. De hecho se llega a dar información contradictoria, no quedando del todo claro si el espécimen chino es un humano moderno surgido independientemente de su región o un mestizo de “neandertal asiático” con moderno africano. Cualquiera de las dos versiones vale porque finalmente todo redunda en demostrar, eso dicen, que el Out-of-Africa está equivocado y que no tenemos abuelos etíopes. Por eso, antes de marearnos con sus trileos deberíamos analizar lo poco que de empírico ofrece el estudio del humano de Zhirendong.
Empecemos abordando las fechas. El humano moderno de Herto (Etiopía) se remonta a unos 170.000 años y el marroquí de Djebel-Irhoud ofrece una cronología entre hace 100.000 y 200.000. Por su parte los genetistas datan la aparición de nuestra especie entre los 200.000 y los 350.000 años, en África por supuesto, según el reloj molecular que empleen. Finalmente, cada vez es más firme la idea de que los humanos modernos se diseminaron por el mundo principalmente bordeando las costas y siguiendo el curso de los grandes ríos, mediante traslaciones que no iban más allá de los 5-10km. por generación, algo imperceptible para un cazador-recolector nómada. Es decir, que colonizamos el planeta sin tener conciencia de estarlo haciendo y aún así de forma sorprendentemente “rápida” comparado con nuestras estimaciones iniciales: 30.000 bastan y sobran para hacer llegar humanos modernos, no digamos rasgos propios de humano moderno, desde África a China. Por todo lo anterior, cabe preguntarse de qué forma los 100.000 años de antigüedad de Zhirendong pueden contradecir el origen africano de los humanos modernos.
En cuanto a la mezcla de rasgos arcaicos y modernos, habría que cuestionar profundamente ambos conceptos. Recordemos primero el objeto de nuestro estudio, que no es un conjunto de esqueletos sino una sola mandíbula. Por eso, y a despecho de los paleoantropólogos, debemos dudar mucho de su capacidad para ofrecernos información incontestable sobre la modernidad o arcaísmo de su dueño. A decir verdad, lo único “moderno” que tiene es el mentón, mientras que el resto apunta a un ejemplar “arcaico” (dientes y robustez del hueso). Pero decir que un mentón prominente es “moderno” resulta controvertido, verdad y mentira a la vez. El mentón es un rasgo moderno porque surgió recientemente, pero no lo es en el sentido de serlo privativamente de eso que denominamos “humano moderno”. Hay neandertales con mentón moderado y hay ejemplares tenidos por humanos modernos que no lo presentan. La insistencia en hacer del mentón piedra angular de lo que nos define como especie moderna, superior, etc. puede tener su origen en que la “caucásica”, vaya casualidad, ha sido diagnosticada como la “raza” humana de mentón más prominente. Si por el contrario nos centramos en los supuestos rasgos arcaicos encontramos la misma situación: muchos “humanos modernos” presentan esa robustez y dentadura.
En tercer lugar querría tratar el mestizaje, cuestión sobre la que me siento personalmente concernido y que ocupa un lugar capital en este blog. Uno de los errores más grandes de la doctrina Out of Africa ha sido negar taxativamente cualquier tipo de mezcla entre los humanos modernos y otros descendientes del erectus. Pero de ahí a hacer de los multirregionalistas una especie de adalides del mestizaje va un trecho largo y bastante cínico, toda vez que, no me canso de repetir, el fundamento ideológico de la tesis multirregional es el racismo blanco. El multirregionalismo acepta, sí, algo que denominan “gene flood”, pero este ha sido un concepto que ha ido evolucionando forzado por las circunstancias del debate. Desde el comienzo los multirregionalistas fueron conscientes del escollo que suponía sostener a la vez tan largo aislamiento con la infalibilidad actual en las cruzas entre razas humanas “superiores” e “inferiores”. Así Wolpoff sugirió como bochornosa metáfora una piscina donde cada nadador salpica y es salpicado sin dejar de ser quién es, es decir, donde hay un mínimo intercambio de genes, ende mestizaje, para no caer en la deriva de especies, pero poco más. Sus investigaciones nunca estuvieron muy interesadas en dichos procesos de mestizaje, y la prueba más evidente es lo naïf de su planteamiento. Lo que de verdad les apasionaba era encontrar rasgos mongoloides en un erectus asiático, rasgos caucásicos en un neandertal, etc., no rasgos modernos por sí mismos. Sólo cuando la teoría de Eva comienza a dar signos de irreflexiva tozudez en cuanto al mestizaje es cuando los multirregionalistas contraatacan exacerbando y deformando su idea del flujo genético. Al final acabas leyendo en wikipedia que el multirregionalismo es la teoría que defiende que hemos sido una sola población-especie desde el Homo erectus, y que por tanto los mestizajes entre descendientes del erectus estuvieron a la orden del día. Vaya, qué permisivos se han vuelto con los años, ahora piensan exactamente igual que yo y exactamente lo contrario de la piscinita de Wolpoff. En cualquier caso, todo lo anteriormente expuesto sobre la morfología del hombre de Zhirendong impide asegurar que sea un mestizo. Con sus rasgos pudo ser tanto un humano moderno con trazas de arcaísmo (algo común), como otra subespecie prima hermana nuestra con un mentón progresivo (también usual), como finalmente un mestizo. Pero incluso siendo un mestizo podría darse el curioso caso de que su moderno mentón lo heredara de un “arcaico” neandertal, mientras que sus rasgos arcaicos los hubiera heredado de un antiguo “hombre moderno”. Más aún, si como dicen aceptan la unidad de la especie humana desde el H. ergaster-erectus, este tipo de distinciones morfológicas están de más, sobre todo cuando dependen de un milímetro más o menos de mentón, perfectamente explicable por un cambio de dieta o una lesión mandibular.
En definitiva todo el estudio se resume en la presencia de mentones de neandertal progresivo en la China de hace 100.000 años. Han sido los autores los que se han esforzado en inflar la noticia y orientarla torticeramente. Erik Trinkaus es un reconocido investigador de los neandertales y a la vez un multirregionalista convencido. De hecho todos los “neandertalistas” que conozco, sean académicos o aficionados, tienen tendencias multirregionalistas más o menos declaradas. En general son europeos o eurodescendientes que en absoluto les agrada que los modernos europeos, los blancos en definitiva, provengan de africanos negros, y que prefieren provenir de los neandertales, a los que consideran una especie de pre-blancos. Por supuesto la genética no les permite ya defender tesis demasiado radicales, pero les encantan esas noticias del tipo “el pelo rubio y pelirrojo es una herencia neandertal” o “los europeos presentan más trazas genéticas de neandertal que cualquier otra raza actual”. En cuanto al codirector del proyecto, Wu Liu, no es exactamente multirregionalista sino que pertenece a una casta de especialistas chinos que dejan caer, ahí es nada, un origen chino del Homo sapiens moderno. Por ahora los eurocentristas apoyan estas veleidades, pero ya veremos lo que dura este idilio cuando se consolide lo que ya podemos definir como auténtico “sinocentrismo”. El auge económico y militar chino en estos tiempos de crisis occidental puede hacer que en breve este término no nos suene tan pintoresco como francamente preocupante.
¿Cuál es la postura del blog Afroiberia frente a las cuestiones que viene a sugerir este debate? Supongo que la que hoy sostiene mucha gente en su mente, sólo que ellos la llaman erróneamente multirregionalismo por oponerse a la de Stringer y compañía. Es evidente que desde el ergaster hasta hoy somos la misma especie, totalmente compatible en el mestizaje y con múltiples y sucesivas vías de expansión por el planeta. Pero también es cierto que los rubios puros van a desaparecer dentro de dos siglos, lo dicen los científicos, y eso no nos puede llevar a pensar que dichos rubios supongan una subespecie distinta del humano de dentro de mil años. Lo mismo ocurre con neandertales, erectus asiáticos progresivos y demás parentela. Los ejemplares africanos de Homo son los que se han impuesto a las variaciones surgidas en otras regiones porque quizás son el prototipo básico, original, llave maestra, o como se le quiera denominar. Hace unos 300.0000 años apareció en África un tipo humano que denominamos “H. sapiens moderno” porque genética y morfológicamente es indistinguible de nosotros. Se expandió por el mundo mezclándose con cuanto humano encontraba a su paso, porque en definitiva todos eran erectus “tuneados”, pero algún tipo de ventaja demográfica, tecnológica o social hizo que dichos africanos fagocitaran genéticamente a todos los demás, haciendo desparecer casi todas las trazas de dichos cruces. Afroiberia defiende la identidad como especie desde ergaster-erectus, el paso por Gibraltar (faltaría más) y el mestizaje entre humanos “modernos” con neandertales, erectus chinos y hasta con el hombre de Flores, pero no es multirregionalista, sino “Out-of-Africa” en esencia, puesto que la modalidad africana “moderna” supone hoy día el 95% de nuestros rasgos genéticos y anatómicos. Y porque, no lo olvidemos, considera que dichos neandertales, erectus asiáticos, etc. eran a su vez descendientes de africanos salidos en hornadas anteriores.
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