martes, 23 de marzo de 2010

Mapa y cronología de la Prehistoria Reciente

El Holoceno es la actual época geológica, que comenzó hace unos 12.000 años, 10.000aC., cuando la Tierra se despidió de la última glaciación. Como se dice que la Península Ibérica no entra en la Historia hasta casi el comienzo de la era cristiana, los diez milenios anteriores son considerados “Prehistoria Reciente”. Se trata de una etapa tan breve a escala prehistórica que apenas podríamos distinguirla en una cronología, pues aunque nos limitáramos al tiempo transcurrido desde el Homo ergaster hasta hoy, usando una pizarra de dos metros de largo para representarlo, a esta Prehistoria holocénica le correspondería un mísero centímetro. Sin embargo es habitual que los manuales sobre Prehistoria le dediquen el mismo espacio, si no más, que el inmenso Paleolítico o Pleistoceno, provocando la indignación de los forofos del pasado más remoto. Yo, que en su día compartí tal enfado, ahora no se si está del todo justificado. El Holoceno merece dicho espacio por su proximidad temporal, pues también el Paleolítico Superior ocupa un espacio desproporcionado respecto al P. Medio, y este a su vez respecto al Inferior. Parece lógico que, a más reciente es el período estudiado, haya un mayor número de restos arqueológicos, estén mejor conservados, y se les pueda estimar dataciones más precisas, lo cual redunda en reconstrucciones más fiables y pormenorizadas. Por si fuera poco es indiscutible que durante el Holoceno hemos sufrido a gran velocidad multitud de cambios a nivel socio-tecnológico, algo sin parangón en toda nuestra singladura como especie. Esos 199cm que en nuestro ejemplo eran ocupados por el Pleistoceno/Paleolítico pueden ser retratados mediante una misma estampa cazadora-recolectora, con prácticamente la misma teconología y ordenación social. Sin embargo, el centímetro holocénico abarca desde que empezamos a producir sistemáticamente nuestro alimento hasta la era Internet, algo que no se puede resumir ni en una estampa ni en diez. Por otra parte, ¿qué culpa tiene el Holoceno de las carencias en el campo de los estudios pleistocénicos? La solución no puede ser restar espacio al Holoceno sino ampliárselo a las etapas anteriores, y eso sería en todo caso responsabilidad de aquellos paleolitistas que tanto se ofenden.

Este Holoceno prehistórico tendrá además mucho peso en el blog Afroiberia, debido a que abarca la mayor parte de los eventos que según los académicos más nos marcaron a nivel identitario: ¿somos continuación genética de los ibero-paleolíticos o “llegamos” con los inventos neolíticos?, ¿es cierto que desde la Edad del Bronce existe cierta identidad pan-europea?, ¿en qué consiste la supuesta invasión celta?, ¿tanto impacto demográfico tuvo la ocupación romana? y, más importante aún, ¿existieron de verdad los vacíos y reemplazos poblacionales a los que tanto recurren nuestros investigadores eurocentristas? Si para responder estas cuestiones hacemos uso de planteamientos y esquemas ya trillados por la Historiografía oficial no podemos esperar otra cosa que sus mismas conclusiones cargadas de prejuicios eurocentristas. Debemos entonces plantear un modo nuevo de ver las cosas que parta de la raíz, es decir, de la ubicación crono-espacial de aquellas culturas del Pasado Remoto que pretendemos estudiar. Para ello facilito una cronología y un mapa de la Afroiberia holocénica que nos servirán en entradas futuras como marco común de referencia.

El mapa

Podemos llamar “matriz” a este mapa físico y mudo, porque a partir de él desarrollaremos muchos otros. Las cotas de altitud de la leyenda (dadas en metros respecto al actual nivel del mar) no guardan una proporción sino que tratan de aportar la mayor información posible. Así, las cotas de profundidad más cercana a la costa corresponden a diferentes niveles en los que ha estado la línea de playa, desde el Último Máximo Glacial (-130m), pasando por el principio del Holoceno (-50m) hasta el Neolítico (-15m). Por lo que respecta al continente, todo lo que aparece en verde oscuro (0-10 metros sobre el nivel del mar, mnm) estuvo inundado durante el máximo eustático, alrededor del 4.500aC. A este respecto es imposible evitar el inciso: el mar no subió 10m, sino que hoy existen sedimentos y laderas corridas por altura de 10m sobre el suelo antiguo, pero esto es algo que veremos en un próximo artículo. En cualquier caso es evidente que todo este baile de niveles marinos trastoca la articulación del territorio y por tanto las sociedades que lo habitan, por lo que es de suma importancia para el estudio de nuestra Prehistoria Reciente. Por su parte, la franja verde clara, 10-50mnm, está asociada a la navegabilidad de muchos ríos de nuestra geografía en tiempos prehistóricos y protohistóricos. Hablando de ríos, los he preferido mostrar con un discreto gris que les permita hacerse “invisibles” cuando queramos una visión de conjunto, aunque he usado un tono algo más fuerte para el río Betis. No abundaremos ahora en otras características importantes de la región como sean su gran comunicabilidad o los recursos naturales por haberlos ya tratado en la serie Afroiberia geográfica y porque más adelante los abordaremos en detalle.

La cronología

Como puede verse este gráfico no representa una sola tabla cronológica sino cinco. Arriba, con una banda más ancha, aparece la cronología que propongo para Afroiberia. Se compone de cuatro períodos, de los cuales sólo los dos centrales (amarillo y verde) pertenecen a la Prehistoria Reciente. Esta tendría por tanto una duración aproximada entre el 10000aC. y el 500aC., aunque he querido representar unos límites muy diluidos para ser fiel con lo que realmente ocurrió. ¿Por qué esta periodización? Las tres cronologías centrales tienen la respuesta, pues cada una la justifica desde diferentes perspectivas. La primera tabla representa cuándo se produce el tránsito desde una vida de caza-recolección a otra de producción de alimentos, y vemos que coincide con el paso del Pleistoceno al Holoceno. En la segunda, establecemos una diferencia entre aquellas sociedades cuyos modos de explotación (sean predadores o productores) no altera el equilibrio ecológico general frente a otros modelos posteriores que sí lo harán, llamando a las primeras sostenibles y a las segundas devastadoras. La tercera es una cronología de los tipos de sociedad más comunes para cada época, desde lo pre-estatal al estado pleno pasando por una larga transición proto-estatal. Si superponemos estas tres tablas centrales obtendremos la mía, donde cada etapa viene definida por una combinación única de estas característica:

- Predación sostenible preestatal.

- Producción sostenible preestatal.

- Producción devastadora protoestatal.

- Producción devastadora estatal.

Finalmente aparece una tabla que representa la cronología oficial o académica, aunque la he simplificado deliberadamente, de tal modo que cada etapa coincida con uno o más milenios exactos. Lo hago así porque me parece mucho más divulgativo que esas fechas absurdamente específicas y localistas tan usadas, tipo “calcolítico de Chinchilla de Abajo: 2.653-1829aC”. Dado que la nomenclatura tradicional se fundamenta en criterios meramente histórico-culturalistas, condenados a la extinción, su única supervivencia dependerá de cómo se adapte a los nuevos enfoques. Cada vez son más los especialistas que reducen la definición de, pongamos, lo calcolítico a aquellos restos datables en el tercer milenio aC., y no a un lote tipológicamente definible en oposición a las etapas anterior y posterior. Por supuesto hubiera podido incluir otras tablas intermedias, esto es, nuevos parámetros para construir mi cronología. Dos candidatos de primera línea serían la aparición de la minería-metalurgia o el fenómeno megalítico, aunque ya veremos en su momento cómo no sólo no alteran el esquema que propongo sino que lo corroboran puntualmente. Humildemente, mi sistema siempre me parecerá más lógico y útil que fijar períodos a partir de un estilo cerámico, así como veo mis extensas épocas con fronteras difusas más realistas que ese mosaico de micro-períodos absolutamente estancos entre sí, algo que difícilmente pudo producirse pero que en cualquier caso sería imposible distinguir desde este lejano presente.