Según el relato bíblico, Noé tuvo
tres hijos: Sem, Cam y Jafet. Dios ordenó que subieran también al arca con su
padre, acompañados de sus esposas. Cuando el diluvio cesó descubrieron que la
humanidad había perecido completamente y recayó sobre ellos la tarea de
repoblar la tierra. El capítulo X del libro de Génesis, conocido como “Tabla de
las Naciones” consiste precisamente en una lista con los descendientes de cada
hijo de Noé y su distribución geográfica. Tarsis es citado como hijo de Javán y
nieto de Jafet, habiéndose de localizar, cuanto menos, en el Mediterráneo.
La Tabla de las Naciones es para
mí uno de los documentos bíblicos fundamentales para ubicar Tarsis en Afroiberia
o alrededores. Sin embargo, para los académicos españoles este pasaje no
debería ser incluido en el debate Tarshish-Tartessos porque, dicen, el “Tarsis”
de Gen.X no sería más que un personaje casualmente homónimo al pueblo o región
que nos ocupa. Cuando los veo en ese plan no se si son más necios que ruines o
viceversa. Toda, repito, toda la comunidad científica internacional que
participa en el debate sobre la Tabla de las Naciones coincide en el evidente
propósito etnográfico del texto, porque no hay “hijo” o “nieto” de Noé en esa
lista que no se corresponda con una etnia o nación de la época. La efectividad
de dicha “etnografía” hebrea puede ser cuestionada, y con toda la razón, pues
no comparte nuestros métodos arqueológicos, lingüísticos, genéticos, etc. Se
discute pues sobre la ubicación o la identificación de tal o cual “hijo-etnia”,
se critica el desacierto de los judíos al emparentarlos, su vacilación al
repetir nombres en troncos familiares diferentes, la cronología del texto, etc.,
pero nadie se atrevería a suscribir la chorrada de nuestros “tartesiólogos”. Lo
peor de todo es que no hace falta ser experto en Próximo Oriente Antiguo para
reconocer entre estos descendientes a Asur (Asiria), Cush (Etiopía), Mizraim
(Egipto), Peleshet (Filistea) y no digamos a Canaan, Elam o Aram, a las que no
le cambia ni una vocal el nombre. Para gente que va por la vida de “catedrático
en Historia Antigua” o, peor aún, de “especialista en colonización fenicia”
esta lista debería sonarles como a ustedes les sonaría que yo dijera que la
matriarca Andalucía tuvo ocho hijas, llamadas Cádiz, Almería, Córdoba, etc.
¿Alguien se atrevería a pensar en personas de carne y hueso?
Los antiguos hebreos consideraban
entonces que el pueblo de Tarsis debía ser emparentado con el linaje etno-cultural
de Jafet por la línea de Javán. Habrá entonces que abordar las consecuencias de
este parentesco, qué ámbito geográfico implica, qué características culturales
e incluso somáticas. En este último sentido debemos ser muy cautos, pues a
menudo se ha escrito que los hebreos bíblicos consideraban camita a la raza
negra, semita a la amarilla y jafetita a la blanca. Simplificando aún más,
dicen que Sem es Asia, Cam es África y Jafet Europa. El despropósito de esta
tentadora correspondencia 3 a 3 comienza a hacerse evidente con el tronco
semita: ¿por qué entonces los judíos y árabes, semitas por antonomasia, no
tienen piel amarilla y ojos achinados?, ¿consideramos realmente semitas a los
chinos?, ¿son amarillos, siquiera asiáticos, los melanesios o los apaches? Es
evidente –nos dirán- que los antiguos judíos no conocían la totalidad del orbe
y que en su clasificación no podía entrar pueblos tan distantes. Suena lógico
pero ¿por qué no lo aplican también con el noruego y el angoleño? Si para la
Tabla de las Naciones los semitas eran sólo los habitantes de una estrecha
franja entre el Mediterráneo y el Indo, es decir, los asiáticos conocidos por
los hebreos, será lógico suponer también que los jafetitas y los camitas eran,
respectivamente, los pueblos euroasiáticos y afroasiáticos de los que hasta entonces
tenían noticia.
Los jafetitas
Es imposible ubicar correctamente
a todos y cada uno de los descendientes de Noé, y de hecho no hay dos autores,
modernos o antiguos, que compartan un mismo esquema o teoría al respecto. Sencillamente
faltan datos, y los pocos que disponemos suelen ser objeto de nuestra
tendenciosidad etnocéntrica. Pero sí existen rasgos generales de carácter
incuestionable que pueden ayudarnos a ubicar Tarsis, ocupándonos primero de
aquellos que conciernen colectivamente a los descendientes de Jafet. El rasgo
principal de los jafetitas es sin duda la “distancia” respecto a los hebreos y
sus avatares históricos. Si Ham, en su vertiente egipcia, cananea, filistea,
sabea o etíope, forma parte activa de las crónicas hebreas, qué decir de Sem,
linaje de los propios hebreos, pero también de los asirios, arameos, árabes,
babilonios, etc. Por el contrario, los jafetitas siempre aparecen como
referencias indirectas, aliados de otros pueblos, enemigos apocalípticos o fuente
de mercancías exóticas. Esta ausencia de contacto efectivo implica
necesariamente que el cuadro etnográfico que de ellos hicieron los hebreos sea
menos nítido que el que desarrollaron para los camitas y semitas.
Otro rasgo llamativo de los
jafetitas, al que por cierto no se presta la atención debida, es su condición
litoral o marítima. Cualquiera que se tome la molestia de leer Génesis X verá
que, entre la descendencia de cada hijo de Noé, existe una frase “coletilla”
que en Cam y Sem se repite casi idénticamente y que viene a ser: “Estos son los
hijos de Cam/Sem, según sus familias, sus lenguas y sus países”. Sin embargo,
tras la descendencia de Jafet dice:
“De estos fueron pobladas las
COSTAS de sus países, dividiéndose según sus lenguas y linajes”.
No se trata de una casualidad,
pues vuelve a repetirse cuando la Biblia se refiere a los descendientes de
Jafet:
- “Y enviaré fuego sobre MAGOG, y
sobre los que viven seguros en las ISLAS…” (Ez.39:6)
- “… y enviaré de los escapados
de ellos a las naciones, a TARSIS, a Fut y Lud que disparan arco,
a TUBAL y a JAVÁN, a las ISLAS LEJANAS que no oyeron de mí, ni vieron
mi gloria…” (Isa.66:19)
Hay que aclarar que la voz hebrea
AY sirve lo mismo para designar costas que islas, un poco a la manera del
NESSOS griego. Hay además otra característica general de los jafetitas. Esta sería
la clara división interna entre “anatolios” y “mediterráneos”. De los 7 hijos
de Jafet la mayoría (Magog, Madai, Tubal, Mesec y Tiras) son de ubicación
polémica, suelen tener un papel poco relevante en el resto de la Biblia, y por
ahora sólo nos concierne resaltar de ellos que no deben ser asignados a la
ligera, tal y como hace la crítica, dentro del grupo oriental. Nos quedan sólo
dos hijos de Jafet bien desarrollados, Gomer y Javan, representantes del grupo
“anatólico” y “mediterráneo” respectivamente. En el caso de Gomer, existe
unanimidad a la hora de ubicarlo en Anatolia o, en todo caso, en una zona
bastante al norte de los hebreos, con otras naciones de por medio. Las
Escrituras tampoco dan ocasión para pensar lo contrario: Gomer junto a su hijo
Togarma son ubicados “en los confines del norte” (Ez38:6), mientras que Askenaz
pacta con el reino de Ararat (este de Turquía) y los Mini (Lago Urmia)
(Jer51:27). Curiosamente, ni Gomer ni sus hijos son expresamente relacionados
por la Biblia con las islas/costas.
Los javanitas
Javán tuvo cuatro hijos: Elisa,
Tarsis, Kitim y Dodanim. Tanto él como su descendencia acumulan la mayor
cantidad de citas relacionadas con las costas, las islas o la marinería, no
sólo en comparación a otros jafetitas sino respecto a todos los descendientes
de Noé. La vinculación de Tarsis con el mar es tan grande que sólo podremos
apreciarla al final de esta serie de artículos, así que por ahora sólo nos
ocuparemos de lo concerniente a su padre y hermanos. Su ubicación mediterránea,
cuanto menos egea, es asumida por la totalidad de la crítica. Tengamos en
cuenta que aún hoy, al hablar hebreo moderno, los israelitas llaman “yavanim” a
los griegos. La importancia de este dato es capital pues reduce
considerablemente el área de ubicación de Tarsis, algo que será muy útil cuando
en el futuro nos enfrentemos a las tan aplaudidas teorías sobre una Tarsis
india, árabe o somalí. Como Jafetita, Tarsis ha de habitar forzosamente al
norte o al oeste de Israel, mientras que como Javanita su situación se concreta
al área del Mediterráneo, sobre todo de su costa norte. Esto no elimina muchas
otras candidaturas (Tarso de Cilicia, Cartago, Etruria, etc.) pero coloca a
Afroiberia en la buena dirección. Podemos afirmar sin miedo que Génesis X, la
Tabla de las Naciones, avala la localización de Tarsis en Afroiberia.
Existe cierta corriente teórica
que pretende circunscribir el territorio de los javanitas a un área ridícula:
Javán serían los jonios de Asia Menor y, entre sus hijos, Tarsis sería Tarso de
Cilicia, Elisa y Kitim se ubicarían en Chipre y Dodanim sería Rodas. De nuevo,
tales afirmaciones sólo pueden ser dichas por quien desconoce todo de la
cultura e historia hebreas. Los israelitas no eran grandes marinos, si acaso
pescadores de cabotaje, así que su conocimiento de las “islas” mediterráneas no
dependió de la proximidad de estás, sino de pueblos que como el fenicio, el
filisteo o el egipcio, les sirvieron de informadores a lo largo de su historia.
No podemos hablar entonces de un territorio javanita compacto y consecutivo,
sino de puertos esparcidos a lo largo del Mar Nuestro, de tal modo que se
conocía mucho mejor a la fenicia Gadir que a la inhóspita Albania, a pesar de
la distancia de cada una respecto a Israel. Por ejemplo, los KITIM no son
exclusivamente los habitantes de la colonia chipriota de Kition sino un
concepto más amplio que se refleja en los KHETTA de los murales de las XVIII y
XIX Dinastías egipcias, de aspecto totalmente minoico, o en los mercenarios
heteos (como Urías) que protegían al Rey David, por no hablar de la
identificación etno-simbólica que establecían los rabinos entre Roma y Kitim.
Algo parecido ocurre con los filisteos (PELESHET), presentes ya en los Pueblos
del Mar que amenazaron Egipto, y cuyo registro arqueológico en Canaán revela de
nuevo un fuerte sustrato egeo. Por cierto, los hebreos afirmaban que los
filisteos eran camitas y no jafetitas, norteafricanos desplazados primero a
Creta u otra “isla” cercana para luego emigrar a Canaán. Sus razones tendrían.
Pero sin duda fue Tiro la
principal fuente de información sobre el Mediterráneo que tuvieron los autores
de la Tabla de las Naciones. Compilada como veremos hacia el 950aC., coincide
temporalmente con el fructífero acercamiento de David y Salomón al reino de
Tiro. Los tirios estaban especialmente interesados en conseguir de los hebreos
una salida al Mar Rojo por el puerto de Esyon-Geber, y a cambio ofrecieron a
Israel ayuda económica y logística, al tiempo que le abrieron todo el catálogo
de mercancías de los recientes emporios occidentales. Este es el contexto en el
que nace la Tabla de las Naciones, el de un Israel entusiasmado por su grandeza
política, pero también por los nuevos “descubrimientos” que les traen sus
inquietos aliados. Si aceptamos tempranas visitas de los tirios al Mediterráneo
occidental, lo que se ha venido a llamar precolonización (s.XI-IXaC.), debemos
identificar a algunos de estos javanitas como poblaciones aborígenes en estrecha
relación con emporios kinani. Dado que los contactos de Tiro con Chipre no
fueron muy anteriores a los que tuvo con Útica, Gadir, Cartago o Lixus, si
“Kitim” es “Kytion” (Chipre) por mera homofonía, Tertis-Tarteso-Turdetania es
también un buen aspirante a ser la Tarshish bíblica.
Veamos a continuación las citas
bíblicas que relacionan a los hijos de Javán con el mar, recordando que cada
vez que leamos “costas” podemos entender “islas” sin ningún problema. No
repetiremos la cita que dimos al hablar de los jafetitas en conjunto
(Isa.66:19) que hace referencia a Javán, como tampoco las correspondientes a
Tarsis, protagonistas de otros posts de esta serie. Aún circunscritos a los
hermanos de Tarsis, los testimonios son abundantes, sobre todo los relacionados
con Kitim:
- “…de azul y púrpura de las COSTAS
de ELISA era tu pabellón”. (Ez27:7)
- “Vendrán NAVES de la COSTA de KITIM, Y
afligirán a Asiria, afligirán también a Heber…” (Num24:24)
- “Profecía sobre TIRO. Aullad,
naves de TARSIS, porque destruida es TIRO hasta no quedar casa, ni a donde
entrar; desde la tierra de KITIM les es revelado. Callad, moradores de la COSTA,
mercaderes de SIDÓN, que pasando el MAR te abastecían.” (Isa23:1-2)
- “Extendió su mano sobre el MAR,
hizo temblar los reinos; Jehová mandó respecto a Canaán, que sus fortalezas
sean destruidas.12 Y dijo: No te alegrarás más, oh oprimida virgen hija de
SIDÓN. Levántate para pasar a KITIM, y aun allí no tendrás reposo”.
(Isa23:11-12)
- “Porque pasad a las COSTAS de KITIM
y mirad…” (Jer2:10)
- “…tus bancos de pino de las COSTAS
de KITIM, incrustados de marfil.” (Ez27:6)
- “Porque vendrán contra él NAVES
de KITIM…”(Dan11:30)
Flavio Josefo
Josefo fue un historiador judío
del s.Id.C. bastante influenciado por la cultura greco-latina, que es considerado
por la crítica como un autor bastante fiable y racional. En sus Antigüedades de
los Judíos hace un relato paralelo de los primeros libros bíblicos y, cómo no,
aparece la Tabla de las Naciones. Por mucho que se le tache de tardío y
asimiliado, la escasez de fuentes antiguas semitas hace imprescindible el
testimonio de Flavio Josefo. Vaya por delante que este autor ubicaba Tarsis en
Tarso de Cilicia, luego no es sospechoso de favorecer nuestras teorías. Sin
embargo, existen algunas peculiaridades en su texto que enriquecen el original
bíblico y que conviene destacar.
La primera es que distribuye a
los jafetitas entre la desembocadura del río Tanais (hoy río Don, al norte del
Mar Negro), que era la frontera clásica entre Europa y Asia, hasta nada menos
que Gadir. De entrada, la opinión de Josefo anula totalmente la tesis académica
de que los jafetitas estaban distribuidos por una región minúscula. Además, si
opinaba que Tarsis era Tarso, ¿qué javanita o jafetita fue el encargado de
poblar Gadir? Aquí surgen distintas teorías que se alejan un poco de nuestro
tema, pero que conviene recordar por referirse a nuestra Península. De un lado
tenemos la teoría de Tubal, mayoritariamente seguida por los mitógrafos
españoles, que se apoya en las propias palabras del historiador judío: “Tobel
(i.e. Tubal) fundó a los tobelos, que ahora se llaman IBEROS”. Tradicionalmente
la crítica se ha echado al cuello de esta hipótesis aduciendo que estos iberos
no son de la Península Ibérica sino del Caúcaso. Bien podría ser, pero es justo
reconocer también que Josefo cita como vimos a Gadir y que, bastante más
adelante, mencionará las andanzas de Nabucodonosor por “gran parte de la Libia
y la Iberia”, regiones difícilmente vecinas si la Iberia de Josefo fuera
exclusivamente la caucásica. Otra teoría pone en duda el buen criterio de
Flavio Josefo al identificar Tarso con Tarsis, apoyándose sobre todo en que el
autor se excusa de que para ello habría que cambiar “la theta por la tau”.
Finalmente hay académicos que opinan que Gadir y otros territorios ibéricos
deben adscribirse a Kitim, no en su acepción meramente chipriota sino en otra
que da el propio Flavio Josefo: “Ceteim poseyó la isla de Cetim (ahora se llama
Chipre). De ahí que TODAS LAS ISLAS, Y LA MAYOR PARTE DE LA COSTA MARÍTIMA,
sean llamadas Cetim por los hebreos.” Con esta última cita cerramos lo
referente a Josefo, al tiempo que apuntalamos la reputación de costeros y
mediterráneos que, entre los hebreos, tenían Javán y su descendencia.
Cronología del texto
Como en cualquier libro bíblico,
nos encontramos con dos criterios de datación opuestos. De un lado tenemos la
teoría tradicional o rabínica para la cual el Pentateuco (al cual pertenece la
Tabla de las Naciones) fue escrito hacia el s.XVaC., durante el Éxodo y a manos
de Moisés o de sus escribas. Del otro tenemos las actuales teorías
desmitificadoras, que sitúan la redacción de Génesis X en fecha mucho más reciente,
oscilando según autores entre el 700 y el 490aC. Ambas posturas son extremistas
y poco rigurosas, pero mientras tratamos a la primera con desprecio o
condescendencia, la segunda suele ser aceptada sin hacer unas mínimas
averiguaciones. Lo que viene a continuación es una descripción de cómo hay que
datar un texto bíblico que espero sirva para futuras ocasiones.
En la Biblia, con la forma que
hoy la conocemos, hay implicadas una serie de fuentes, tradiciones o plumas
diferentes que son reconocidas incluso por rabinos y sacerdotes: la yavista, la
elohista, la deutoronomista y la sacerdotal (por orden cronológico). Además es
unánime la aceptación de una tradición oral, anterior pero también paralela a
la Biblia escrita, aunque cada autor tenga diferente opinión sobre su
importancia en la redacción final del Libro de libros. Los textos atribuidos a
la tradición yavista se remontan a mediados del s.XaC. y se relaciona con la
región de Judá. Se trataría entonces de escritos redactados bajo el mandato de
David o Salomón, a partir de tradiciones orales que se remontarían al II
milenio aC. Casi todo el libro del Génesis anterior a la aparición de Abraham
está compuesto por textos yavistas, y la Tabla de las Naciones no es una
excepción. Tras la muerte de Salomón el reino quedó dividido entre Judá al sur
e Israel al norte. Estos comenzaron desde el 931aC. a desarrollar su propia
tradición bíblica, que denominamos elohista y que se supone que estuvo
consolidada hacia el 800aC. Alrededor del 722aC., con la invasión asiria de
Samaria-Israel, ambas versiones se fusionan. Como no hay nada deuteronomista ni
sacerdotal en el texto de la Tabla de las Naciones, podemos afirmar que se
redactó probablemente durante el s.XaC., con pocas señales de añadidos del
s.VIIIaC. y, dado su carácter de himno etnográfico, muy posiblemente basado en
ancestrales tradiciones orales.
Los argumentos para rejuvenecer
el texto de Génesis X son ridículos. No se puede decir que el texto es del
650aC. porque no mencione la ciudad de Ashur, ya que tampoco menciona a Tiro
(sí a Sidon, Arvad, Gaza y hasta a los jebuseos, antiguos pobladores cananeos
de Jerusalén). El argumento de que el Gomer de la Tabla equivale a los Gimmerai
de Asurbanipal (s.VIIaC.) no aclara por qué entonces en el mismo texto aparece
el etíope-cushita Nimrod como primer poblador de Sumeria, dato que antecede
tanto los tiempos de Salomón que de hecho lo hemos recuperado recientemente
gracias a la Arqueología. Por citar otro ejemplo, se suele decir que Maday son
los medos o persas, y que por ello nuestro texto debe remontarse al 560aC.,
fecha en que los persas comienzan su dominio en la región. Algunos llegan a
defender el 490aC., aduciendo a una propaganda persa durante las Guerras
Médicas que se filtró en los judíos del exilio babilónico, haciendo de la Tabla
de las Naciones una obra de los escribas de Esdras. Sin embargo, el argumento
se les vuelve en contra cuando constatamos que en Génesis X no se hace alusión
a los persas (“Fares” en hebreo). Siendo los medos, por así decirlo, ancestros
de los persas, y siendo común citar a Maday y Fares (Media y Persia) como
pareja (v. Dan5:28), resulta muy lógico pensar que la mención del primero y no
del segundo en Génesis X aboga más bien por la antigüedad del texto. En
cualquier caso, nuestra tesis sale ganando: si aceptamos las cronologías bajas
(ca. 600aC.), Tarsis puede ser perfectamente Afroibera ya que por entonces
sería muy conocida a través de Tiro; si por el contrario aceptamos el 950aC.
como fecha de redacción de la Tabla de las Naciones, confirmaríamos que las
expediciones comerciales fenicias hacia el Mediterráneo occidental comenzaron
en fecha muy anterior a la que hoy defienden, es decir, que sí existió
“precolonización”.
Peso específico de Tarsis en la
Biblia
El término “Tarshish” aparece 31
veces en la Biblia, y en sólo dos ocasiones hace referencia a personajes
homónimos sin conexión alguna con la región que buscamos. En otras dos
ocasiones se refiere al legendario bisnieto de Noé que acabamos de estudiar
(Gen.X y 1Cr.1, que es su copia). Luego hay 9 menciones directamente como
región o pueblo, a las que habría que sumar las “naves de Tarsis” (11
menciones) y la “piedra de Tarsis” (7). Así dicho, nos quedamos como estamos.
Necesitamos saber qué significa ser citado 29 veces en la Biblia y para ello
debemos saber cuántas veces aparecen citadas otras etnias. Hay muchos pueblos
que no aparecen citados en la Tabla de las Naciones, pero me ha parecido que
esta era un buen soporte para establecer una comparación.
De los 74 nombres que incluye la
Tabla de las Naciones, Tarsis es el 8º más citado en la Biblia. Más de un
tercio de la lista, 28 pueblos o epónimos, sólo son mencionados dos veces, lo
que equivale a la propia Tabla de las Naciones y a su eco en 1Crónicas1. En el
otro extremo, pueblos como los cananeos, los hititas, los egipcios o los
filisteos son citados cientos de veces debido a la proximidad y el protagonismo
que tuvieron respecto a los hebreos. Para ser una isla o costa en el
Mediterráneo, Tarsis era muy célebre, y más cuando vemos que dentro de los
javanitas sólo Kitim le sigue de lejos con 8 citas o, ampliando el linaje,
Jafet con 11. Las rivales comerciales Ofir y Havilá sólo aparecen mencionadas
12 y 7 veces respectivamente, mientras que a un pueblo tan eminente como Elam
sólo se le cita 25. Definitivamente, Tarsis no era para los hebreos “Argamasilla
del Toboso”, y esto debería bastar para reconsiderar todas las investigaciones
actuales sobre el tema. Porque se suele ridiculizar como capricho la ubicación
de Tarsis y, peor aún, se hace ver que no existen bases documentales para
llevarla a cabo. Por el contrario Tarsis era una entidad cultural de
considerable importancia para los hebreos que sigue sin ser ubicada correcta y
unánimemente. En contra de lo que afirma la propaganda, hay mucho material en
la Biblia para ayudarnos a resolver esta sangrante carencia, y eso es lo que
humildemente intentaremos en esta serie.
Conclusión
Ni la Tabla de las Naciones, ni
ningún otro pasaje bíblico, puede por si solo resolver la localización de
Tarsis. Los argumentos etnográficos o históricos que se apoyen en la Biblia
deben contar con una pauta que se repita en varios pasajes, de distinta época,
género literario y propósito. Tal pauta existe en Tarsis y conduce directamente
a nuestras costas, de una forma tan clara que tienta a la anticipación. Sin
embargo, debemos mantener un ritmo muy gradual, masticar lentamente cada pasaje
sobre Tarsis, interrelacionarlo con lo que ya sabemos, hasta ir destilando la
información que soslayan los que van de listos. Sólo así podremos desprendernos
de esa losa de años ridiculizando la mera mención de una Tarsis afroibérica.
Dicho esto, Gen. X es una
verdadera joya para nuestra tesis. En la Tabla de Naciones se hace
incontestable que Tarshish (epónimo de una nación) es hijo de Javán, el
jafetita más marinero. Nosotros hemos añadido que es muy probable que entre los
javanitas figuren pueblos que interactuaron con los emporios tirios del
Mediterráneo y aún del Estrecho (v. Josefo). Por otra parte es innegable, lo
veremos en breve, que en la Biblia Tarshish aparece insistentemente ligada a
Tiro, sobre todo en los Libros Proféticos. Tampoco se puede cuestionar que Tiro
fundó importantísimos emporios en las costas de Afroiberia, es decir, en Tertis-Tartessos-Turdetania.
Según la tradición grecolatina, los tirios “descubrieron” Cádiz hacia el
1.100aC., y el emporio adquirió tal peso comercial que su templo dedicado a
Melqart era célebre en todo el Mediterráneo, más aún que el de la metrópoli. Como
dicen los evangelios, quien tenga oídos para oír, que oiga.