viernes, 23 de marzo de 2012

El ancestro sin descendencia


Interrumpo mi letargo bloguero para comentar la última pirueta mediática del workshop Atapuerca. Según Bermúdez de Castro, ahora Homo antecessor no es ancestro de neandertales y modernos. Recordemos que fue también él quien nos anunció hace meses que los Homo heidelberg de la Sima de los huesos eran “la madre de los neandertales” y, algo antes, que el “antecessor” de la Sima del Elefante realmente se correspondía con una nueva especie más emparentada con Homo georgicus y Homo erectus, siempre que este fuera considerado en su vertiente pekinesa y no africana, faltaría más.

Es evidente que tras este paquete de medidas hay una estrategia: las tres especies (Elefante, Huesos y TD6) acaban rebautizadas como inéditas y en los tres casos se subraya su origen euroasiático y no africano. Por el momento han decidido guardar cautela, por lo que aún no han hilvanado los tres especimenes dentro de una cadena evolutiva propia, pero tiempo al tiempo. No en vano tenemos una “madre de todos los neandertales” (Sima de los Huesos), una especie “hermana” del neandertal y “prima” del humano moderno (TD6), y finalmente un erectus chino-burgalés, que viene a encarnar el papel de abuelo cebolleta (Sima del Elefante). Demasiados parentescos para resistirse, menos aún el equipo atapuerco, a cerrar el círculo y contar una bonita historia.

La noticia que hoy nos ocupa está en la línea de absurdos y contradicciones de las demás. Durante casi 20 años, v-e-i-n-t-e, se nos ha venido martilleando con la existencia de un ancestro común, de ahí “antecessor”, para modernos y neandertales. En todo ese tiempo, hasta donde alcanzan mis lecturas, no existía el menor atisbo de duda sobre esta cuestión entre el equipo burgalés: se hablaba de “especie elegida”, se reescribieron los árboles filogenéticos, y se proclamaba que faltaba poco para encontrar los hasta hoy esquivos antecessors africanos.  El repentino cambio de opinión tiene su lógica, pero carece de vergüenza. Es obvio que la comunidad internacional ha ido restando paulatinamente su apoyo inicial a la existencia de tan trascendental nodo evolutivo. Mientras que las fechas no eran cuestionadas, y bastante hay con ello pues supusieron en su día todo un desafío a las “cronologías cortas”, sí lo ha sido el pretendido protagonismo que estos especimenes tuvieron en nuestro desarrollo biológico. La cuestión, para los oportunistas directores de Atapuerca no podía estar más clara: o persistir en un “eslabón perdido” que a nadie convence ya, o amoldarse a la mayoría y desdibujar aristas. Antecessor ya no cuenta con ese aspecto friki y desafiante, ahora es uno más de esos erectinos-heidelbergoides-preneandertales que poblaron la Europa del Pleistoceno Inferior y Medio, y la comunidad académica seguro ha recibido la noticia con alivio. De camino, remueven la olla para que huela un poco más, habida cuenta de que cierto hartazgo hacia antecessor y su troupe no sólo se ha instalado en las universidades sino también en la calle.

Cuestión nada desdeñable para el asunto que nos ocupa es la reciente colonización, con todas las letras, que los atapuercos han desarrollado en Orce. Telegráficamente, si antecessor era padre (o abuelo) de modernos y neandertales su origen debía estar en África, donde como acabamos de decir se lo esperaban encontrar más pronto que tarde. Bajo estas circunstancias, la presencia de humanos en Granada hace 1.5-1.3 millones de años (usando sus fechas oficialistas) haría inevitable buscar allí los mismos antecessors de Burgos y, lo que es peor, plantear muy seriamente la ruta gibraltareña como entrada de dichos “europeos prístinos”. Antes de poner sus zarpas en la cuenca Guadix-Baza, y con Gibert vivo para guardar el cortijo, sencillamente no se hablaba del asunto, como si nada hubiera allí de valor. Ahora sí conviene darlo a conocer, porque presuntamente lo han “descubierto” todo ellos (o sus esbirros e infiltrados), pero con ello abren la caja de Pandora que acabo de exponer. Solución: el atapuerco por antonomasia es descendiente de erectus asiáticos (chinos a ser posible, que los javaneses aún suenan muy morenetes). De este modo, pueden armonizar su lote con lo que encuentren en el magreb andaluz, ahora convertido en mero culo de saco de las andanzas de los pekineses. Teniendo en cuenta la velocidad con que envejecen la Sima del Elefante y rejuvenecen Barranco León y compañía, y dado que académicos y público parecen acatarlo, lo tienen chupado.

Amigos afroibéricos, que no cunda el pánico. Como en el cuento de la cenicienta, las feas son las feas y la guapa es la guapa, por mucho que la encierren en la cocina. La riqueza y antigüedad antropológica del tercio sur peninsular no va a ser silenciada por ponerle vallas a Venta Micena o por maltratar a Gibert hijo y sus americanos. Recordemos que aquel paleolago granadino apenas ha sido rozado arqueológicamente, y que aún aguardan vírgenes las terrazas en altura de nuestros ríos, las playas fosilizadas y cientos de enclaves más. Seguro que habremos de esperar años, probablemente décadas, pero igualmente es seguro que un feliz día todos estos mafiosos y mamarrachos serán carnaza historiográfica y acabarán retratados en su infeliz dimensión. Afroiberia, tiempo al tiempo, será su particular avispero vietnamita.

Pd: De su amada China, y ya advertí del rampante sinocentrismo antropológico, claman por otra nueva especie. El que quiera cuentos para dormir que teclee Maludong en google y se ponga al día. A mi me pilla algo harto de tanto deshoje de la margarita: humano moderno o humano arcaico, primo tercero por vía materna del erectus progresivo tejano o retroneandertal con trazas denisovianas pasadas por migración temprana de modernos “que no contribuyeron genéticamente al hombre actual” (¿acaso analizaron su ADN?). Se que me repito más que el ajo, pero me obligan a ello: la única solución a tanta ridiculez pasa por considerar a los Homo como especie y no como género. A no ser, claro está, que comas de bautizar huesos.