martes, 20 de julio de 2010

Gerión y el Ciclo Gibraltareño, Parte 2

Naturaleza de Gerión

Como decía en la primera entrega de este post, no puedo ni pretendo hacer una recopilación total de los documentos originales y críticos que se han escrito sobre Gerión. Invito a que cada cual se sirva según sus necesidades en esta mega-enciclopedia gratuita que es Internet, o a través de su biblioteca, pues es necesario compartir un conocimiento básico de este mito si queremos que este post tenga utilidad. Asimismo es de máxima ayuda repasar los artículos monográficos sobre Melqart-Heracles (abril 2009). El primer rasgo indiscutible de la naturaleza de nuestro dios se desprende precisamente de la puesta en contexto que acabamos de hacer en la parte I del artículo: Gerión era gibraltareño, probablemente afroibérico, y su divinidad emanaba de unas fuentes emparentadas pero a la vez muy distintas y distantes de las del panteón olímpico. Este es un dato fundamental para la tesis central de este epígrafe, cuya premisa teórica consiste en interpretar a Gerión como una deidad originalmente afroibérica enriquecida luego por los cananeos, quienes además exportaron su mito al resto de sus dominios, para finalmente ser adaptado por otros vecinos como griegos, estruscos o romanos.

La siguiente pregunta que debemos hacernos es si Gerión fue un freak mitológico más, es decir, uno de esos monstruitos de atrezzo que parecen haberse concebido con el único propósito de servir de lucimiento para el dios o héroe que los derrote. Todos sabemos de su naturaleza tricórpore, aunque esta nunca fue precisada del todo, como si tanto diera que un centauro fuera tal y como nos lo imaginamos popularmente o como un hombre con cabeza de caballo. Así el abanico de geriones va desde el humano absolutamente normal, representado en la tumba etrusca llamada “del orco”, a la más común imagen consistente en una especie de siameses triples unidos por las caderas, que era como los chipriotas lo representaron desde antiguo; en medio cabe la representación de tres hombres del tronco para arriba que se unifican por la cintura, el tipo más tardío de hombre con tres cabezas, los tres hermanos unidos en especie de confederación política de los romanos tardíos, por no hablar de la forma de tritón serpentino que surge donde menos lo esperamos: desde el frontón del antiguo templo de Atenea en Atenas (ca. 550aC.) a, sorpresa, la descripción que de Gerión hace Dante en su Divina Comedia. Este último aspecto no nos debe sorprender, toda vez que dos tercios de su parentela la componen dioses oceánicos, siendo precisamente su bisabuela Ceto la madre honoraria y etimológica de todos los cetáceos. Por tanto, qué duda cabe que se trata de un dios triple, pero de una triplicidad tan trascendente que se resiste a ser atrapada bajo una sola anatomía, un “tres que es uno” que no debería resultar extraño al español medio con su trinitaria cultura católica. En cualquier caso, su triplicidad jamás le dio aspecto monstruoso sino que por el contrario parecía reforzar su grandiosidad. Para Hesíodo, Gerión era “el más ilustre (kartiston) de todos los mortales”, aunque esto último de “mortal” habría de ser muy matizado por la genealogía indiscutiblemente divina del personaje. Si por hijo de ninfa o elemental te haces acreedor del título de mortal, adiós entonces a la divinidad de Apolo, Diana, Dionisos, Hermes, etc.

Otro aspecto apasionante del mito de Gerión, pero que suele ser ignorado por los especialistas, es la clara relación que tiene con la figura de Hades, dios rey de los infiernos y hermano de Zeus. Esto encajaría a la perfección y a la vez que reforzaría la tesis de una ubicación afroibérica del mito, pues ya vimos en otra ocasión cómo la tierra de TRT- (Afroiberia tardo-prehistórica) fue secularmente considerada puerta de la muerte para las culturas mediterráneas. Gerión es un rey del ocaso que tiene un rebaño apacentado por su boyero Euritión y vigilado por su perro Orto, de dos cabezas. Pues bien, Hades es un rey del ocaso que tiene un perro de dos o tres cabezas llamado Cerbero, así como un rebaño apacentado por su boyero Menetes. Más aún, Cerbero y Orto son hermanos, Menetes es el que en la leyenda de Gerión (Apolodoro) le avisa del robo de ganado y de la muerte de Euristeo y Orto, y en la tumba etrusca antes mencionada Gerión aparece, además de absolutamente humanizado, junto a Perséfone y Hades (tocado éste con una “leontis” de lobo que no hace sino cortocircuitarnos aún más). ¿Casualidades? Más nos valdría convenir que una deidad de ultratumba originaria de o ubicada en Afroiberia (Gerión) enriqueció con sus atributos (perro bicéfalo, boyero) al dios griego de los infiernos, Hades. Esta es la razón de por qué conviviendo y cruzándose, el mito de Hades no logra eliminar al de Gerión, original y preeminente al menos en los aspectos que ahora hemos referido. Esta es la razón de por qué Gerión siempre será considerado un dios estremecedor, aunque más por “grandioso” que por “monstruoso”.

Relación con Melqart-Heracles

Todo lo visto acerca de la naturaleza, linaje y ubicación geográfica de Gerión cobra sentido pleno cuando lo unimos a aquello que ya comentamos en el post monográfico sobre Melqart. En realidad los datos encajan tan perfectamente que sorprende ver tanto académico (sobre todo español) emperrado en mostrárnoslos como un capítulo menor de la vida de Heracles que los griegos adaptaron y reubicaron tardíamente tras fundar Ampurias. Muy por el contrario, Gerión es a todas luces o bien un dios afroibérico o bien una elaboración cananea que trataba de explicar teológicamente la crisis que los emporios cananeos provocaron en la población gibraltareña, pero aún en este caso los materiales afroibéricos que construyen el mito son evidentes. Muchos de los atributos de la tierra de TRT- (occidente, infierno, océano, riquezas codiciables, toros) le son adjudicados a su rey-dios paradigmático, de tal forma que la dominación de Melqart-Heracles sobre Gerión no es más que la personificación del dominio cananeo sobre Tarsis.

En este punto debemos volver sobre el asunto de los 12 trabajos de Heracles, aún a riesgo de repetirnos respecto a las entradas dedicadas a Melqart. De nuevo habrá que repetir que dicha colección de “athloi” (pruebas) no debe ser patrón de legitimidad alguno, que Gerión es un dios autónomo y antiquísimo, que no puede ser sometido al ritmo capitular de lo que es una recopilación, tardía y sin canón fijo, de las principales hazañas de hijo de Zeus. Es más, podemos incluso denunciar que los 12 trabajos no hacen sino empañar la naturaleza y misión verdaderas de Heracles-Melqart: ser un hombre-dios, un ser que enfrenta la muerte y la vence (apoteosis). Sin esta característica Heracles carecería de toda singularidad religiosa, abundando innecesariamente en una estela más que trillada por multitud de héroes (Perseo, Belerofonte, Teseo, etc.) igualmente campeones frente a las más pintorescas criaturas sin merecer por ello el acceso al Olimpo. Por tanto todo lo que tenga que ver con Heracles y lo infernal o ultraterreno no debe ser considerado un capítulo más, menos aún un capítulo menor, de su trama vital sino “el” tema por antonomasia. Debemos acostumbrarnos a contemplar el resto de hazañas del héroe-dios como un mero preparativo de la que será su misión suprema. Podemos rastrear este protagonismo en los dos escritores proto-griegos más antiguos, Hesíodo y Homero, aunque el primero por ser más antiguo conservaba las voces Gerión y Orto, mientras que el segundo ya las adaptó a Hades y Cerbero. Sin embargo Hesíodo ni siquiera menciona los trabajos de Hércules, mientras que Homero se limita a citarlos vagamente, sin determinar cuáles eran ni en qué consistían, y sin incluir tampoco la lucha con Cerbero entre ellos. Pero claro, hablamos de proto-griegos, gente muy semitizada en lo cultural que enfocaba el mito básicamente bajo el prisma cananeo, con probables visos de un sincretismo o asimilación incipientes.

¿Qué cambió después? Los griegos propiamente dichos habían dejado atrás gran parte de su identificación cultural con el fenicio, pues de hecho los nuevos acontecimientos (amenaza persa) los obligaban a desvincularse de todo lo proveniente del Este, y al tiempo afirmarse en su “grecidad” recién estrenada. Su Hades estaba ya totalmente implantado en el panteón, así que nadie necesitaba de ese gemelo, Gerión, que les trajeron los cananeos. Por eso su papel fue paulatinamente relegado al de otro monstruo de feria más con los que los héroes combaten. Los propios griegos no sólo se limitaron a degradarlo a un mero trabajo más de la lista de los 12, en la cola además junto al de Cerbero, sino que llegaron a suponer sandeces como que eran dos trabajos “de propina”. En efecto, se decía que los trabajos-sanción previstos para que Heracles expiara su afrenta a Hera fueron originalmente 10 y no 12; pero debido a que Heracles cazó la Hidra con la ayuda de Yolao y que los establos de Augías fueron fregados bien bajo pago, bien con ayuda de los ríos, fueron descalificados como penitencia del héroe-dios. Si así fuera, ¿cómo es que no lo penalizaron por las manzanas de las Hespérides, siendo Atlas el que se las cogió a Heracles mientras este le sustituía aguantando la bóveda celeste? Es evidente que si estos tres “trabajos” (Hespérides, Gerión y Cerbero) están al final de la lista es precisamente por ser la culminación gloriosa de las andanzas hercúleas, las más antiguas de las que se tiene noticia. Una vez que cuentas que Heracles venció al rey del infierno (Gerión/Hades) y a sus huestes para conseguir su más preciado tesoro (manzanas o buyes/inmortalidad), poco queda de interesante en sus supuestas escaramuzas con jabalíes, ciervas, leones o serpientes de diez cabezas. Sin embargo esta faceta sobrenatural, trascendental y mesiánica de Melqart, muy asociada a los intereses geoestratégicos fenicios, fue la que primero olvidaron los griegos en aras de potenciar al guerrero pintoresco.

De propina

Ha quedado claro que Gerión es el capítulo más trascendente del mito de Melqart, como lo fue Afroiberia para los tirios. En su doble papel de reto y oportunidad, Gerión hace inmortal a Melqart pagándolo con su propia vida pues, aunque suene a trabalenguas, la muerte (Gerión, Cerbero) viene a matar al mortal Heracles, pero Heracles mata a la muerte, convirtiéndose él mismo en inmortal. Del mismo modo parece indudable que desde el principio fue un dios ubicado en Gibraltar. Una causa es que fuese un dios antiguo de estas tierras, que representara lo aborigen contapuesto a lo cananeo. Otra razón plausible es que los cananeos se limitaran a atribuir a Gerión todos o buena parte de los atributos secularmente asociados a Afroiberia y que vimos extensamente en las entradas relativas a TRT-: extremo occidente, infiernos, puerta al Océano, riqueza mineral, ganadera y agrícola, toro y caballo como símbolos… En cualquier caso, dichos atributos fueron confirmados, y de qué modo, cuando los fenicios tuvieron la oportunidad de conocer Afroiberia de primera mano. A estas conclusiones básicas he querido añadir una serie de curiosidades que no han tenido cabida en el desarrollo del post pero que sería un desperdicio omitir.

Empecemos por un argumento muy esgrimido por los desmitificadores, que tiene que ver con la descripción que hizo Silio Itálico de las puertas del templo de Melqart en Gadir (“Heracleion”). Según este autor tardío (s.I de nuestra era), en las puertas del Heracleion gaditano se habían grabado determinadas hazañas del héroe-dios. Los académicos más seguidistas aprovechan su confusa cita, mucho más literaria que testimonial, para certificar la ausencia en su descripción de menciones a Gerión y las Hespérides. Para ellos supone la prueba irrefutable de que Gerión no pudo ser un mito afroibérico, ni siquiera un dios conocido por los afroibéricos, sino una fabulación tardía y puramente griega. En primer lugar, estos dos trabajos no son los únicos que faltan en la descripción de Silio Itálico, y de hecho yo con mi torpe latín no he podido encontrar más de seis. Otro error, muy interesado, es el de volcar toda la credibilidad sobre un autor tan tardío, por mucho que digan que se apoya en el testimonio del no mucho más antiguo Posidonio (135-51aC). Pero todos estos argumentos quedan en mera anécdota si nos centramos en el meollo del asunto, como es la evidencia incontestable de que el templo de Gadir no estaba consagrado a Heracles sino a Melqart, que era un recinto sagrado construido por semitas para el culto desde el punto de vista semita, y muy probablemente vetado a los que no fuesen cananeos. A este respecto resulta sorprendente que el propio Silio Itálico reconozca en su obra que en el interior del templo no estaban permitidas representaciones del dios. Ante estos dos argumentos contradictorios lo lógico es dar más pábulo a una marca tan semita como es la prohibición de imágenes de dioses, o al menos de abusar de ellas (basta leer la Biblia para comprobarlo). Finalmente, invito a que imaginemos al Papa recibiendo con entusiasmo la llegada de unos mormones para que le redecoren el Vaticano… ¿imposible? Pues hablamos del mismo grado de parentesco y a la vez distancia entre dos líneas teológicas. Desde luego, los tirios y gadiritas no estarían precisamente esperando que los griegos les aclararan en qué consistía realmente su Melqart.

El segundo aspecto anecdótico tiene que ver con las etimologías. Los propios griegos estaban obsesionados por buscarle a todo una derivación semántica, y en nuestro caso establecieron que Gerión provendría de una voz griega (Ghruw o Gerio) que significa “gritar” (si es que lo achacaban al grito que soltó Gerión al morir a manos de Heracles) o “mugir” (cuando la etimología se orienta más a su rebaño de toros). En realidad el verbo de marras tiene un significado mucho más amplio, con acepciones mucho más comunes que las aquí esgrimidas, y que se orientan hacia “cantar” e incluso “hablar”. Existe además una familia de lexemas a la que se recurre muy poco y que consiste en el grupo de voces griegas relativas a la vejez (Gerwn), convirtiendo a Gerión en “el anciano”. ¿Qué ocurre si recurrimos a las lenguas semitas? Los resultado no son mucho más esclarecedores. Tenemos de un lado Gr (con guimel) que significa “extranjero”, o Jaron (con Jet), que significa “fuego, ardor, ira”. Existe sin embargo un Ghr como “articular sonido, penar, gritar, reprochar, clamar, irritarse”, que coincide bastante con el Ghruw de los griegos, y a su vez con otras palabras semitas tan sugerentes como Geriot (excitación, agitación). Gerión no sería “el que grita”, o sí, pero para protestar, pues su sentido más acertado sería “el que se opone”, “el que reprocha” y “el que se irrita” ante Melqart. Otra vez más aparece Gerión como catalizador de la más que probable respuesta de determinadas poblaciones afroibéricas ante la aparición de cananeos en nuestras tierras. Cabe una última posibilidad, la de que Gerión no proceda del semita ni del griego, sino directamente de algún idioma afroibérico. Tal circunstancia vendría avalada por ciertas querencias fonéticas en nuestro sustrato lingüístico aborigen. Así Gerión nos suena irremediablemente a Gerón y Terón (personajes hispánicos semilegendarios) o a las versiones reduplicadas tipo Gorgona o Gárgoris. Esta repetición de las mismas sílabas era muy habitual en las lenguas de Iberia y Magreb prerromanos, como puede comprobarse en Tarteso, Tartaro, Tertis, Bilbilis, Tutugi, Kauka, etc., así como son habituales los monosílabos acabados en –r (tar, bar, kar, ger, etc.). Pese a todo lo expuesto, mi conclusión es que por ahora las etimologías confunden más que aclaran la cuestión.

Finalmente, cierro la entrada con una reflexión sobre la ductilidad de los contenidos mitológicos. Realmente no sabremos jamás en qué consistía de verdad el mito de Gerión, porque quizás ni siquiera llegó a existir tal cosa. Los mitos son como los líquidos, que ocupan el volumen de sus contenedores recibiendo de ellos la forma, aunque no la esencia. Por eso no será raro encontrar descripciones más o menos seguras de Gerión y su universo que no se ajustan al relato greco-latino clásico, como el tritón tricéfalo que mencionamos para el templo de Atenea en el Partenón o determinados relieves chipriotas que veremos en el apéndice de ilustraciones que publicaré a continuación. Este cambio en la naturaleza y actitudes de los personajes mitológicos afecta también a Melqart-Heracles. Así, en un espejo etrusco Hercle aparece tomando el pecho de Uni (Juno o Hera), algo común a los griegos y su leyenda de la Vía Láctea. Lo que es absolutamente inédito es que este Heracles etrusco es un hombre con toda la barba y que, más aún, Zeus aparece al fondo de la escena con cara de pocos amigos y tomando nota del escandaloso acto, como si se tratase de una reminiscencia de antiguos cultos donde Hera-Astarté era amante (y no feroz madrastra) de Melqart-Heracles. Pero la mitología nos depara también el caso opuesto, esto es, que dos personajes compartan sonoridad y atributos aún cuando teóricamente no tienen nada que ver, como en nuestro caso ocurre entre el titán Crío y Gerión. Aparte de las similitudes fonéticas, resulta que este titán es dios de los rebaños y las manadas, como Gerión es famoso por sus vacadas. Es más, la esposa de Crío es Euribia, que suena mucho a Eritia (hogar de Gerión) y además es hija de Ponto (tatarabuelo de Gerión). Lo que trato de decir es que la mitología, y dentro de ella Gerión, debe abordarse más como un fluido sobre el que surfear que como un montón de rígidos bloques a sortear mediante cartesianismo.