viernes, 28 de octubre de 2011

Tarsis-Afroiberia. Parte 2. La Tabla de las Naciones

Según el relato bíblico, Noé tuvo tres hijos: Sem, Cam y Jafet. Dios ordenó que subieran también al arca con su padre, acompañados de sus esposas. Cuando el diluvio cesó descubrieron que la humanidad había perecido completamente y recayó sobre ellos la tarea de repoblar la tierra. El capítulo X del libro de Génesis, conocido como “Tabla de las Naciones” consiste precisamente en una lista con los descendientes de cada hijo de Noé y su distribución geográfica. Tarsis es citado como hijo de Javán y nieto de Jafet, habiéndose de localizar, cuanto menos, en el Mediterráneo.

La Tabla de las Naciones es para mí uno de los documentos bíblicos fundamentales para ubicar Tarsis en Afroiberia o alrededores. Sin embargo, para los académicos españoles este pasaje no debería ser incluido en el debate Tarshish-Tartessos porque, dicen, el “Tarsis” de Gen.X no sería más que un personaje casualmente homónimo al pueblo o región que nos ocupa. Cuando los veo en ese plan no se si son más necios que ruines o viceversa. Toda, repito, toda la comunidad científica internacional que participa en el debate sobre la Tabla de las Naciones coincide en el evidente propósito etnográfico del texto, porque no hay “hijo” o “nieto” de Noé en esa lista que no se corresponda con una etnia o nación de la época. La efectividad de dicha “etnografía” hebrea puede ser cuestionada, y con toda la razón, pues no comparte nuestros métodos arqueológicos, lingüísticos, genéticos, etc. Se discute pues sobre la ubicación o la identificación de tal o cual “hijo-etnia”, se critica el desacierto de los judíos al emparentarlos, su vacilación al repetir nombres en troncos familiares diferentes, la cronología del texto, etc., pero nadie se atrevería a suscribir la chorrada de nuestros “tartesiólogos”. Lo peor de todo es que no hace falta ser experto en Próximo Oriente Antiguo para reconocer entre estos descendientes a Asur (Asiria), Cush (Etiopía), Mizraim (Egipto), Peleshet (Filistea) y no digamos a Canaan, Elam o Aram, a las que no le cambia ni una vocal el nombre. Para gente que va por la vida de “catedrático en Historia Antigua” o, peor aún, de “especialista en colonización fenicia” esta lista debería sonarles como a ustedes les sonaría que yo dijera que la matriarca Andalucía tuvo ocho hijas, llamadas Cádiz, Almería, Córdoba, etc. ¿Alguien se atrevería a pensar en personas de carne y hueso?

Los antiguos hebreos consideraban entonces que el pueblo de Tarsis debía ser emparentado con el linaje etno-cultural de Jafet por la línea de Javán. Habrá entonces que abordar las consecuencias de este parentesco, qué ámbito geográfico implica, qué características culturales e incluso somáticas. En este último sentido debemos ser muy cautos, pues a menudo se ha escrito que los hebreos bíblicos consideraban camita a la raza negra, semita a la amarilla y jafetita a la blanca. Simplificando aún más, dicen que Sem es Asia, Cam es África y Jafet Europa. El despropósito de esta tentadora correspondencia 3 a 3 comienza a hacerse evidente con el tronco semita: ¿por qué entonces los judíos y árabes, semitas por antonomasia, no tienen piel amarilla y ojos achinados?, ¿consideramos realmente semitas a los chinos?, ¿son amarillos, siquiera asiáticos, los melanesios o los apaches? Es evidente –nos dirán- que los antiguos judíos no conocían la totalidad del orbe y que en su clasificación no podía entrar pueblos tan distantes. Suena lógico pero ¿por qué no lo aplican también con el noruego y el angoleño? Si para la Tabla de las Naciones los semitas eran sólo los habitantes de una estrecha franja entre el Mediterráneo y el Indo, es decir, los asiáticos conocidos por los hebreos, será lógico suponer también que los jafetitas y los camitas eran, respectivamente, los pueblos euroasiáticos y afroasiáticos de los que hasta entonces tenían noticia.

Los jafetitas

Es imposible ubicar correctamente a todos y cada uno de los descendientes de Noé, y de hecho no hay dos autores, modernos o antiguos, que compartan un mismo esquema o teoría al respecto. Sencillamente faltan datos, y los pocos que disponemos suelen ser objeto de nuestra tendenciosidad etnocéntrica. Pero sí existen rasgos generales de carácter incuestionable que pueden ayudarnos a ubicar Tarsis, ocupándonos primero de aquellos que conciernen colectivamente a los descendientes de Jafet. El rasgo principal de los jafetitas es sin duda la “distancia” respecto a los hebreos y sus avatares históricos. Si Ham, en su vertiente egipcia, cananea, filistea, sabea o etíope, forma parte activa de las crónicas hebreas, qué decir de Sem, linaje de los propios hebreos, pero también de los asirios, arameos, árabes, babilonios, etc. Por el contrario, los jafetitas siempre aparecen como referencias indirectas, aliados de otros pueblos, enemigos apocalípticos o fuente de mercancías exóticas. Esta ausencia de contacto efectivo implica necesariamente que el cuadro etnográfico que de ellos hicieron los hebreos sea menos nítido que el que desarrollaron para los camitas y semitas.

Otro rasgo llamativo de los jafetitas, al que por cierto no se presta la atención debida, es su condición litoral o marítima. Cualquiera que se tome la molestia de leer Génesis X verá que, entre la descendencia de cada hijo de Noé, existe una frase “coletilla” que en Cam y Sem se repite casi idénticamente y que viene a ser: “Estos son los hijos de Cam/Sem, según sus familias, sus lenguas y sus países”. Sin embargo, tras la descendencia de Jafet dice:
“De estos fueron pobladas las COSTAS de sus países, dividiéndose según sus lenguas y linajes”.
No se trata de una casualidad, pues vuelve a repetirse cuando la Biblia se refiere a los descendientes de Jafet:
- “Y enviaré fuego sobre MAGOG, y sobre los que viven seguros en las ISLAS…” (Ez.39:6)
- “… y enviaré de los escapados de ellos a las naciones, a TARSIS, a Fut y Lud que disparan arco, a TUBAL y a JAVÁN, a las ISLAS LEJANAS que no oyeron de mí, ni vieron mi gloria…” (Isa.66:19)

Hay que aclarar que la voz hebrea AY sirve lo mismo para designar costas que islas, un poco a la manera del NESSOS griego. Hay además otra característica general de los jafetitas. Esta sería la clara división interna entre “anatolios” y “mediterráneos”. De los 7 hijos de Jafet la mayoría (Magog, Madai, Tubal, Mesec y Tiras) son de ubicación polémica, suelen tener un papel poco relevante en el resto de la Biblia, y por ahora sólo nos concierne resaltar de ellos que no deben ser asignados a la ligera, tal y como hace la crítica, dentro del grupo oriental. Nos quedan sólo dos hijos de Jafet bien desarrollados, Gomer y Javan, representantes del grupo “anatólico” y “mediterráneo” respectivamente. En el caso de Gomer, existe unanimidad a la hora de ubicarlo en Anatolia o, en todo caso, en una zona bastante al norte de los hebreos, con otras naciones de por medio. Las Escrituras tampoco dan ocasión para pensar lo contrario: Gomer junto a su hijo Togarma son ubicados “en los confines del norte” (Ez38:6), mientras que Askenaz pacta con el reino de Ararat (este de Turquía) y los Mini (Lago Urmia) (Jer51:27). Curiosamente, ni Gomer ni sus hijos son expresamente relacionados por la Biblia con las islas/costas.

Los javanitas

Javán tuvo cuatro hijos: Elisa, Tarsis, Kitim y Dodanim. Tanto él como su descendencia acumulan la mayor cantidad de citas relacionadas con las costas, las islas o la marinería, no sólo en comparación a otros jafetitas sino respecto a todos los descendientes de Noé. La vinculación de Tarsis con el mar es tan grande que sólo podremos apreciarla al final de esta serie de artículos, así que por ahora sólo nos ocuparemos de lo concerniente a su padre y hermanos. Su ubicación mediterránea, cuanto menos egea, es asumida por la totalidad de la crítica. Tengamos en cuenta que aún hoy, al hablar hebreo moderno, los israelitas llaman “yavanim” a los griegos. La importancia de este dato es capital pues reduce considerablemente el área de ubicación de Tarsis, algo que será muy útil cuando en el futuro nos enfrentemos a las tan aplaudidas teorías sobre una Tarsis india, árabe o somalí. Como Jafetita, Tarsis ha de habitar forzosamente al norte o al oeste de Israel, mientras que como Javanita su situación se concreta al área del Mediterráneo, sobre todo de su costa norte. Esto no elimina muchas otras candidaturas (Tarso de Cilicia, Cartago, Etruria, etc.) pero coloca a Afroiberia en la buena dirección. Podemos afirmar sin miedo que Génesis X, la Tabla de las Naciones, avala la localización de Tarsis en Afroiberia.

Existe cierta corriente teórica que pretende circunscribir el territorio de los javanitas a un área ridícula: Javán serían los jonios de Asia Menor y, entre sus hijos, Tarsis sería Tarso de Cilicia, Elisa y Kitim se ubicarían en Chipre y Dodanim sería Rodas. De nuevo, tales afirmaciones sólo pueden ser dichas por quien desconoce todo de la cultura e historia hebreas. Los israelitas no eran grandes marinos, si acaso pescadores de cabotaje, así que su conocimiento de las “islas” mediterráneas no dependió de la proximidad de estás, sino de pueblos que como el fenicio, el filisteo o el egipcio, les sirvieron de informadores a lo largo de su historia. No podemos hablar entonces de un territorio javanita compacto y consecutivo, sino de puertos esparcidos a lo largo del Mar Nuestro, de tal modo que se conocía mucho mejor a la fenicia Gadir que a la inhóspita Albania, a pesar de la distancia de cada una respecto a Israel. Por ejemplo, los KITIM no son exclusivamente los habitantes de la colonia chipriota de Kition sino un concepto más amplio que se refleja en los KHETTA de los murales de las XVIII y XIX Dinastías egipcias, de aspecto totalmente minoico, o en los mercenarios heteos (como Urías) que protegían al Rey David, por no hablar de la identificación etno-simbólica que establecían los rabinos entre Roma y Kitim. Algo parecido ocurre con los filisteos (PELESHET), presentes ya en los Pueblos del Mar que amenazaron Egipto, y cuyo registro arqueológico en Canaán revela de nuevo un fuerte sustrato egeo. Por cierto, los hebreos afirmaban que los filisteos eran camitas y no jafetitas, norteafricanos desplazados primero a Creta u otra “isla” cercana para luego emigrar a Canaán. Sus razones tendrían.

Pero sin duda fue Tiro la principal fuente de información sobre el Mediterráneo que tuvieron los autores de la Tabla de las Naciones. Compilada como veremos hacia el 950aC., coincide temporalmente con el fructífero acercamiento de David y Salomón al reino de Tiro. Los tirios estaban especialmente interesados en conseguir de los hebreos una salida al Mar Rojo por el puerto de Esyon-Geber, y a cambio ofrecieron a Israel ayuda económica y logística, al tiempo que le abrieron todo el catálogo de mercancías de los recientes emporios occidentales. Este es el contexto en el que nace la Tabla de las Naciones, el de un Israel entusiasmado por su grandeza política, pero también por los nuevos “descubrimientos” que les traen sus inquietos aliados. Si aceptamos tempranas visitas de los tirios al Mediterráneo occidental, lo que se ha venido a llamar precolonización (s.XI-IXaC.), debemos identificar a algunos de estos javanitas como poblaciones aborígenes en estrecha relación con emporios kinani. Dado que los contactos de Tiro con Chipre no fueron muy anteriores a los que tuvo con Útica, Gadir, Cartago o Lixus, si “Kitim” es “Kytion” (Chipre) por mera homofonía, Tertis-Tarteso-Turdetania es también un buen aspirante a ser la Tarshish bíblica.

Veamos a continuación las citas bíblicas que relacionan a los hijos de Javán con el mar, recordando que cada vez que leamos “costas” podemos entender “islas” sin ningún problema. No repetiremos la cita que dimos al hablar de los jafetitas en conjunto (Isa.66:19) que hace referencia a Javán, como tampoco las correspondientes a Tarsis, protagonistas de otros posts de esta serie. Aún circunscritos a los hermanos de Tarsis, los testimonios son abundantes, sobre todo los relacionados con Kitim:
- “…de azul y púrpura de las COSTAS de ELISA era tu pabellón”. (Ez27:7)
- “Vendrán NAVES de la COSTA de KITIM, Y afligirán a Asiria, afligirán también a Heber…” (Num24:24)
- “Profecía sobre TIRO. Aullad, naves de TARSIS, porque destruida es TIRO hasta no quedar casa, ni a donde entrar; desde la tierra de KITIM les es revelado. Callad, moradores de la COSTA, mercaderes de SIDÓN, que pasando el MAR te abastecían.” (Isa23:1-2)
- “Extendió su mano sobre el MAR, hizo temblar los reinos; Jehová mandó respecto a Canaán, que sus fortalezas sean destruidas.12 Y dijo: No te alegrarás más, oh oprimida virgen hija de SIDÓN. Levántate para pasar a KITIM, y aun allí no tendrás reposo”. (Isa23:11-12)
- “Porque pasad a las COSTAS de KITIM y mirad…” (Jer2:10)
- “…tus bancos de pino de las COSTAS de KITIM, incrustados de marfil.” (Ez27:6)
- “Porque vendrán contra él NAVES de KITIM…”(Dan11:30)

Flavio Josefo

Josefo fue un historiador judío del s.Id.C. bastante influenciado por la cultura greco-latina, que es considerado por la crítica como un autor bastante fiable y racional. En sus Antigüedades de los Judíos hace un relato paralelo de los primeros libros bíblicos y, cómo no, aparece la Tabla de las Naciones. Por mucho que se le tache de tardío y asimiliado, la escasez de fuentes antiguas semitas hace imprescindible el testimonio de Flavio Josefo. Vaya por delante que este autor ubicaba Tarsis en Tarso de Cilicia, luego no es sospechoso de favorecer nuestras teorías. Sin embargo, existen algunas peculiaridades en su texto que enriquecen el original bíblico y que conviene destacar.

La primera es que distribuye a los jafetitas entre la desembocadura del río Tanais (hoy río Don, al norte del Mar Negro), que era la frontera clásica entre Europa y Asia, hasta nada menos que Gadir. De entrada, la opinión de Josefo anula totalmente la tesis académica de que los jafetitas estaban distribuidos por una región minúscula. Además, si opinaba que Tarsis era Tarso, ¿qué javanita o jafetita fue el encargado de poblar Gadir? Aquí surgen distintas teorías que se alejan un poco de nuestro tema, pero que conviene recordar por referirse a nuestra Península. De un lado tenemos la teoría de Tubal, mayoritariamente seguida por los mitógrafos españoles, que se apoya en las propias palabras del historiador judío: “Tobel (i.e. Tubal) fundó a los tobelos, que ahora se llaman IBEROS”. Tradicionalmente la crítica se ha echado al cuello de esta hipótesis aduciendo que estos iberos no son de la Península Ibérica sino del Caúcaso. Bien podría ser, pero es justo reconocer también que Josefo cita como vimos a Gadir y que, bastante más adelante, mencionará las andanzas de Nabucodonosor por “gran parte de la Libia y la Iberia”, regiones difícilmente vecinas si la Iberia de Josefo fuera exclusivamente la caucásica. Otra teoría pone en duda el buen criterio de Flavio Josefo al identificar Tarso con Tarsis, apoyándose sobre todo en que el autor se excusa de que para ello habría que cambiar “la theta por la tau”. Finalmente hay académicos que opinan que Gadir y otros territorios ibéricos deben adscribirse a Kitim, no en su acepción meramente chipriota sino en otra que da el propio Flavio Josefo: “Ceteim poseyó la isla de Cetim (ahora se llama Chipre). De ahí que TODAS LAS ISLAS, Y LA MAYOR PARTE DE LA COSTA MARÍTIMA, sean llamadas Cetim por los hebreos.” Con esta última cita cerramos lo referente a Josefo, al tiempo que apuntalamos la reputación de costeros y mediterráneos que, entre los hebreos, tenían Javán y su descendencia.


En el mapa aparece la ubicación de Javán y sus descendientes, así como de sus hermanos Tubal, Mesec y Tiras. Algunos (interrogación) son de localización más polémica. He obviado otros nombres para no saturar el mapa, pero sí he marcado los linajes con colores (v. leyenda). Vemos también que algunas zonas estuvieron pobladas por dos e incluso por los tres troncos a la vez. No hay que tomar al pie de la letra el alcance de dichas poblaciones porque depende de los conocimientos geográficos de los hebreos en cada momento. Las zonas grises ni estaban despobladas ni contenían poblaciones absolutamente distintas de las coloreadas, pero probablemente serían ignotas para un judío del s. IX a.C.  Los javanitas no representaban a los europeos, ni siquiera a los europeos occidentales, sino a un conjunto de pueblos de la ribera norte del mediterráneo tan morenos como los semitas, y a veces tan negros como los propios camitas. A propósito, Creta aparece de verde camita porque los hebreos la hacían poblada por Cashluhim y/o por Caftorim, ambas etnias oriundas de Libia. Para terminar, y como anécdota algo frívola, ¿se han fijado que la parte donde convivieron los linajes de Yafet, Ham y Shem queda muy cerca del Monte Ararat? Ver en una región relativamente pequeña tantas pintas entremezcladas pudo inducirlos a creer que allí estuvo el punto de partida de la nueva humanidad.

Cronología del texto

Como en cualquier libro bíblico, nos encontramos con dos criterios de datación opuestos. De un lado tenemos la teoría tradicional o rabínica para la cual el Pentateuco (al cual pertenece la Tabla de las Naciones) fue escrito hacia el s.XVaC., durante el Éxodo y a manos de Moisés o de sus escribas. Del otro tenemos las actuales teorías desmitificadoras, que sitúan la redacción de Génesis X en fecha mucho más reciente, oscilando según autores entre el 700 y el 490aC. Ambas posturas son extremistas y poco rigurosas, pero mientras tratamos a la primera con desprecio o condescendencia, la segunda suele ser aceptada sin hacer unas mínimas averiguaciones. Lo que viene a continuación es una descripción de cómo hay que datar un texto bíblico que espero sirva para futuras ocasiones.

En la Biblia, con la forma que hoy la conocemos, hay implicadas una serie de fuentes, tradiciones o plumas diferentes que son reconocidas incluso por rabinos y sacerdotes: la yavista, la elohista, la deutoronomista y la sacerdotal (por orden cronológico). Además es unánime la aceptación de una tradición oral, anterior pero también paralela a la Biblia escrita, aunque cada autor tenga diferente opinión sobre su importancia en la redacción final del Libro de libros. Los textos atribuidos a la tradición yavista se remontan a mediados del s.XaC. y se relaciona con la región de Judá. Se trataría entonces de escritos redactados bajo el mandato de David o Salomón, a partir de tradiciones orales que se remontarían al II milenio aC. Casi todo el libro del Génesis anterior a la aparición de Abraham está compuesto por textos yavistas, y la Tabla de las Naciones no es una excepción. Tras la muerte de Salomón el reino quedó dividido entre Judá al sur e Israel al norte. Estos comenzaron desde el 931aC. a desarrollar su propia tradición bíblica, que denominamos elohista y que se supone que estuvo consolidada hacia el 800aC. Alrededor del 722aC., con la invasión asiria de Samaria-Israel, ambas versiones se fusionan. Como no hay nada deuteronomista ni sacerdotal en el texto de la Tabla de las Naciones, podemos afirmar que se redactó probablemente durante el s.XaC., con pocas señales de añadidos del s.VIIIaC. y, dado su carácter de himno etnográfico, muy posiblemente basado en ancestrales tradiciones orales.

Los argumentos para rejuvenecer el texto de Génesis X son ridículos. No se puede decir que el texto es del 650aC. porque no mencione la ciudad de Ashur, ya que tampoco menciona a Tiro (sí a Sidon, Arvad, Gaza y hasta a los jebuseos, antiguos pobladores cananeos de Jerusalén). El argumento de que el Gomer de la Tabla equivale a los Gimmerai de Asurbanipal (s.VIIaC.) no aclara por qué entonces en el mismo texto aparece el etíope-cushita Nimrod como primer poblador de Sumeria, dato que antecede tanto los tiempos de Salomón que de hecho lo hemos recuperado recientemente gracias a la Arqueología. Por citar otro ejemplo, se suele decir que Maday son los medos o persas, y que por ello nuestro texto debe remontarse al 560aC., fecha en que los persas comienzan su dominio en la región. Algunos llegan a defender el 490aC., aduciendo a una propaganda persa durante las Guerras Médicas que se filtró en los judíos del exilio babilónico, haciendo de la Tabla de las Naciones una obra de los escribas de Esdras. Sin embargo, el argumento se les vuelve en contra cuando constatamos que en Génesis X no se hace alusión a los persas (“Fares” en hebreo). Siendo los medos, por así decirlo, ancestros de los persas, y siendo común citar a Maday y Fares (Media y Persia) como pareja (v. Dan5:28), resulta muy lógico pensar que la mención del primero y no del segundo en Génesis X aboga más bien por la antigüedad del texto. En cualquier caso, nuestra tesis sale ganando: si aceptamos las cronologías bajas (ca. 600aC.), Tarsis puede ser perfectamente Afroibera ya que por entonces sería muy conocida a través de Tiro; si por el contrario aceptamos el 950aC. como fecha de redacción de la Tabla de las Naciones, confirmaríamos que las expediciones comerciales fenicias hacia el Mediterráneo occidental comenzaron en fecha muy anterior a la que hoy defienden, es decir, que sí existió “precolonización”.

Peso específico de Tarsis en la Biblia

El término “Tarshish” aparece 31 veces en la Biblia, y en sólo dos ocasiones hace referencia a personajes homónimos sin conexión alguna con la región que buscamos. En otras dos ocasiones se refiere al legendario bisnieto de Noé que acabamos de estudiar (Gen.X y 1Cr.1, que es su copia). Luego hay 9 menciones directamente como región o pueblo, a las que habría que sumar las “naves de Tarsis” (11 menciones) y la “piedra de Tarsis” (7). Así dicho, nos quedamos como estamos. Necesitamos saber qué significa ser citado 29 veces en la Biblia y para ello debemos saber cuántas veces aparecen citadas otras etnias. Hay muchos pueblos que no aparecen citados en la Tabla de las Naciones, pero me ha parecido que esta era un buen soporte para establecer una comparación.

De los 74 nombres que incluye la Tabla de las Naciones, Tarsis es el 8º más citado en la Biblia. Más de un tercio de la lista, 28 pueblos o epónimos, sólo son mencionados dos veces, lo que equivale a la propia Tabla de las Naciones y a su eco en 1Crónicas1. En el otro extremo, pueblos como los cananeos, los hititas, los egipcios o los filisteos son citados cientos de veces debido a la proximidad y el protagonismo que tuvieron respecto a los hebreos. Para ser una isla o costa en el Mediterráneo, Tarsis era muy célebre, y más cuando vemos que dentro de los javanitas sólo Kitim le sigue de lejos con 8 citas o, ampliando el linaje, Jafet con 11. Las rivales comerciales Ofir y Havilá sólo aparecen mencionadas 12 y 7 veces respectivamente, mientras que a un pueblo tan eminente como Elam sólo se le cita 25. Definitivamente, Tarsis no era para los hebreos “Argamasilla del Toboso”, y esto debería bastar para reconsiderar todas las investigaciones actuales sobre el tema. Porque se suele ridiculizar como capricho la ubicación de Tarsis y, peor aún, se hace ver que no existen bases documentales para llevarla a cabo. Por el contrario Tarsis era una entidad cultural de considerable importancia para los hebreos que sigue sin ser ubicada correcta y unánimemente. En contra de lo que afirma la propaganda, hay mucho material en la Biblia para ayudarnos a resolver esta sangrante carencia, y eso es lo que humildemente intentaremos en esta serie.

Conclusión

Ni la Tabla de las Naciones, ni ningún otro pasaje bíblico, puede por si solo resolver la localización de Tarsis. Los argumentos etnográficos o históricos que se apoyen en la Biblia deben contar con una pauta que se repita en varios pasajes, de distinta época, género literario y propósito. Tal pauta existe en Tarsis y conduce directamente a nuestras costas, de una forma tan clara que tienta a la anticipación. Sin embargo, debemos mantener un ritmo muy gradual, masticar lentamente cada pasaje sobre Tarsis, interrelacionarlo con lo que ya sabemos, hasta ir destilando la información que soslayan los que van de listos. Sólo así podremos desprendernos de esa losa de años ridiculizando la mera mención de una Tarsis afroibérica.

Dicho esto, Gen. X es una verdadera joya para nuestra tesis. En la Tabla de Naciones se hace incontestable que Tarshish (epónimo de una nación) es hijo de Javán, el jafetita más marinero. Nosotros hemos añadido que es muy probable que entre los javanitas figuren pueblos que interactuaron con los emporios tirios del Mediterráneo y aún del Estrecho (v. Josefo). Por otra parte es innegable, lo veremos en breve, que en la Biblia Tarshish aparece insistentemente ligada a Tiro, sobre todo en los Libros Proféticos. Tampoco se puede cuestionar que Tiro fundó importantísimos emporios en las costas de Afroiberia, es decir, en Tertis-Tartessos-Turdetania. Según la tradición grecolatina, los tirios “descubrieron” Cádiz hacia el 1.100aC., y el emporio adquirió tal peso comercial que su templo dedicado a Melqart era célebre en todo el Mediterráneo, más aún que el de la metrópoli. Como dicen los evangelios, quien tenga oídos para oír, que oiga.