domingo, 4 de octubre de 2009

Afroiberia cumple un año

Gracias. Es lo primero que se me ocurre cuando veo que he logrado durar tanto tiempo entretenido con el blog, cuando releo mi entrada-presentación (4/10/2008) y veo cumplidas la mayoría de las aspiraciones que entonces me propuse. Los agradecimientos están igualmente destinados al círculo íntimo que tanto me ha apoyado para seguir esta quimera (especialmente Cristina y Javier), a los lectores por supuesto (que incluso ya empiezan a dejar sus alentadoras notas, como en el homenaje a Gibert), y finalmente al blog en si mismo. Este último me ha enseñado la gran diferencia que existe entre hilar cuatro ideas ingeniosas frente un café, o decidirse a ponerlas por escrito y ante una audiencia potencialmente planetaria. El blog te pone ante el abismo de tus posibilidades como divulgador, te obliga a refinar el poco estilo periodístico que tengas, llevándote a unas cotas de exigencia y de disciplina que revierten positivamente en las siguientes entradas, y así sucesivamente.

Tengo que reconocer que lo mío no está resultando un blog en toda regla, pues por lo general este formato exige entradas mucho más cortas, de estrecha periodicidad, y bastante más informales. Durante este primer año Afroiberia ha parecido más bien una webpage temática travestida de blog y no niego que algo de eso hay, a causa principalmente de mis limitaciones técnicas. Pero no todo es oportunismo. Me gusta el formato por entregas porque hace la página más viva, porque asegura al usuario que, más tarde o más temprano, aparecerá una nueva entrada que complete el cuadro principal. Como reverso, recuerdo muchas páginas estupendas, impresionantes de hecho… salvo por la pega de no haber sido actualizadas en cinco años. También prefiero el blog porque ejerce, junto a los foros, el papel de la “opinión” para el periodismo tradicional, siendo las páginas web temáticas más proclives a informar, aunque de todo haya. En cuanto al tamaño de los artículos, no tengo una especial intención por acortarlos, como tampoco me planteo la obligación de respetar unos plazos fijos de entrega. Francamente no valoro el esfuerzo de aquellos blogueros que se proponen, fieles a la etimología de “diario”, no faltar ninguna jornada a su cita con los lectores. Al final acaban con insufribles entradas del tipo: “Hoy estoy de bajón y no se me ocurre nada que contaros, mañana será otro día”. Sí, puede que al autor le parezca un signo de fidelidad con sus lectores, pero dudo que estos disfruten perdiendo el tiempo con una quincena seguida de entradas rellenadas por compromiso.

A pesar de ello, este segundo año va a marcar ciertas diferencias. Desde antes de publicar Afroiberia sabía muy bien que si quería ser medianamente comprendido por el público general necesitaría de unos artículos introductorios y de mucho contenido ideológico, una suerte de diccionario bilingüe “Afroibérico – Español”. Proponiendo ideas tan contrarias al paradigma oficial vigente esto es totalmente imprescindible o te arriesgas a pasar por loco o pagado de ti mismo. Si hubiera abierto fuego proponiendo por ejemplo que los tartessos eran hombres “de color”, herederos de una tradición sociocultural que hundía sus raíces en el Pleistoceno, navegantes por ríos que hoy no son ni su sombra, que vivían rodeados por encinas de 30m de altura, por uros y encebros, nadie me hubiera seguido leyendo ni un párrafo más. Por eso he dedicado este primer año de Afroiberia a sentar unas bases teóricas irrenunciables, y que a la vez puedan ser seguidas por cualquiera aunque no tenga formación (más bien deformación) académica. Abandonada esta etapa introductoria, el contenido y el estilo de mis artículos va a ser mucho más variado. Abundarán las notas breves, sobre todo comentarios a noticias de actualidad y presentación/crítica de otras publicaciones impresas o digitales, pero no por ello van a desaparecer los artículos largos, ni tampoco las series temáticas que comprendan varias entradas. Asimismo, me permitiré algunos artículos muy irreverentes, ya sea por lo cachondo o por lo sarcástico, pero por supuesto no desaparecerán los artículos más formales. Más importante, al fin podré escribirles de un tema sin necesitar “remontarme a los reyes godos” ni ponerme excesivamente argumentativo, confiado en los conocimientos básicos que, gracias a este primer año de artículos, comparto ya con mis lectores habituales. En definitiva no pretendo cambiar el tono que ha tenido el blog hasta ahora, sino añadirle otros muchos formatos y enfoques igualmente legítimos.

“El año que viene en Jerusalem” es una frase que se dicen entre sí los hebreos la noche de Pascua, significando el deseo de que el Mesías llegue pronto y acabe con el exilio. Del mismo modo, deseo fuertemente que para dentro de un año este blog sea totalmente inútil porque el stablishment académico haya reconocido en bloque el protagonismo de África en la Historia de la Península Ibérica. Mientras esto llega, espero que algún lector disfrute mis artículos al menos la décima parte de lo que yo hago escribiéndolos.