jueves, 29 de julio de 2010

Gerión y el Ciclo Gibraltareño. Apéndice 3

Cerraremos la serie de apéndices tratando las distintas representaciones de Gerión en el arte Griego.

Las figuras 1 y 2 de este montaje son muestras del arte proto-griego de la segunda mitad del s.VIaC. Vuelve a evidenciarse el paradójico uso de la Gorgona en el escudo de su nieto, así como aparece la variante del Gerión alado con un pájaro como emblema, algo que luego no será suficientemente profundizado en los mitos escritos. La fig.6 es de la misma época pero de Palermo (Sicilia), y nada nos puede impedir pensar que el vencido sea un rey occidental como Gerión por mucho que no presente un aspecto triple y que lo identifiquen con Alcioneo (v.infra). La lunula del Heraion de Samos (fig.5) es también arcaica, como puede verse al compararla con la más moderna fig.4, pero en ambos casos evidenciamos que los elementos representados coinciden bastante, es decir, que el mito estuvo muy desarrollado ya desde sus primeras etapas en Grecia. Finalmente, hay que hacer mención a la fig.4, pieza que formó parte de 12 relieves que representaban los trabajos de Heracles en el Templo de Olimpia (sVaC.). Buscando en Internet podemos encontrar intentos desesperados por reconstruir lo perdido, que es casi todo, pero lo cierto es que es una de las esculturas de este conjunto más dañadas. No podemos siquiera distinguir el número de cabezas de Gerión, salvo aquella que pende boca abajo junto a lo que parece la rodilla de Heracles.

Mucho más interesantes me parecen estos relieves (figs. 1-4) provenientes de un antiguo templo de Atenea de principios del sVIaC. La figura 1 es la más impactante, pues muestra claramente un ser de tres troncos y una sola cola serpentina, al tiempo que subraya la total semejanza de sus rostros, como si fueran trillizos. Sólo con esta información nuestra apuesta por Gerión debería ser obvia, pues no existe en toda la mitología griega y/o romana otro humanoide triple. Pero cuando realmente adquiere su relevancia este personaje es al ponerlo en contexto con el resto del conjunto del cual formaba parte, el cual evidentemente guardaba una unidad, o al menos coherencia, narrativa. La fig.2 muestra a Heracles capturando a un tritón, que bien podría ser el tricórpore anterior, por mucho que el Museo de Atenas los haya puesto frente a frente en su reconstrucción. En la fig.3 mostramos un tema que se repite en este conjunto escultórico, como es el del león cazando al toro, y que bien podría hacer referencia al león-Heracles venciendo al toro-Gerión. Finalmente, la fig.4 no es otra cosa sino la Apoteosis de Heracles, es decir, su recepción ante Zeus bajo el patronazgo de Atenea. Todos sabemos que este feliz acontecimiento sólo se produjo tras derrotar al rey de los infiernos, Hades-Gerión, y a sus criaturas. Recopilando todo, aparecen los toros, los leones, el dios triple, Heracles dándole muerte y posteriormente en su Apoteosis divinizador, ¿acaso la representación de Gerión con forma de ser acuático puede ser un obstáculo para certificar que todo esto no es casual? Teniendo en cuenta la múltiple ascendencia oceánica de Gerión y la antigüedad de estos relieves, suena ridículo. Es más, con posterioridad aparecen cantidad de cerámicas representando a Heracles agarrado o combatiendo a “Nereo”, “Tifón” o un “tritón”, siendo posibles evoluciones de este mito original geriónico, a la vez que su frecuencia en el Mediterráno central avalaría un origen no griego para esta iconografía. Pero si hay algo sorprendente es la forma en la que Gerión recupera su forma serpentina en escritores muy posteriores, significativamente en la Divina Comedia de Dante (fig.6), así como en posteriores artistas que pusieron imágenes a su obra como G. Doré (fig.7) o W.Blake (fig.5). La fig.8, un poco de propina, viene a mostrar el arte de las colonias occidentales griegas en la misma fecha en que se esculpió el conjunto del Templo de Hera (ca.570aC.). Exactamente proviene de Paestum (Campania) y, como la fig.6 del cuadro anterior, se suele identificar con Alcioneo, pero ahora sí me voy a permitir una opinión personal sobre dicho personaje. Me parece un mero derivado del gigante Anteo, norteafricano y sumamente cercano a las proezas de Heracles por nuestras tierras: en ambos casos se los topa de camino hacia los bueyes de Gerión, en ambos casos recibían el poder del suelo que pisaban, ambos son gigantes, etc. ¿Pudieran ser incluso dos versiones del propio Gerión? Nada impide asumirlo, y desde luego no sirve como objeción decir que le faltara la anatomía triple, o las alas, o las formas tritónidas, etc., porque precisamente Gerión no se presta a una sola prosopografía. En realidad, si Gerión representaba el gran obstáculo que los cananeos superaron para merecer el paraíso occidental, poco importan las anatomías, o si sus rasgos se llegan a confundir con Hades, Tifón, Anteo-Alcioneo, Atlas, Nereo o Tritón.

miércoles, 28 de julio de 2010

Gerión y el Ciclo Gibraltareño. Apéndice 2

Esta segunda entrega sobre Gerión y el arte antiguo va a estar dedicada a los etruscos.

Dedicaremos este primer montaje a Gerión propiamente dicho. La figura 1 es el célebre mural en la Tumba del Orco, fechado en el sIVaC. por meras cuestiones estilísticas. De derecha a izquierda aparecen Hades con su “leontis” de lobo, Pérsefone, y Gerión con aspecto absolutamente humano. Como se ve en el pequeño cuadro en blanco y negro que adjunto más abajo, algunos tratan de interpretar ciertas manchas oscuras tras su cara como la presencia medio borrada de una o dos cabezas más. Sería muy posible, a juzgar por las dos representaciones de las figuras 2 y 3, donde vemos que a diferencia de los chipriotas, los etruscos tendían a representar a Gerión con cuerpo simple y tres cabezas. De paso, anotemos la vestimenta “bárbara” del Gerión de la fig.2, algo bastante improbable para un reyezuelo del Peloponeso.

El segundo collage tiene como protagonista exclusivo a Melqart-Heracles, y en concreto trata aspectos inusuales que los etruscos subrayaron en el personaje. Domina el cuadro el tema iconográfico de Heracles tomando el pecho de Hera, motivo muy conocido también por los griegos y romanos. Lo llamativo es que mientras unas veces los etruscos coincidían con ellos en ubicar la escena cuando Heracles era un niño (fig.2), también tenían por costumbre representar mamando a Heracles adulto. En la fig.3 al menos conserva cierto porte de efebo, pero en la fig.1 nuestro Heracles es un hombreton con toda la barba. Más aún, y como ya comentamos de pasada en los artículos sobre Melqart, en esta representación (correspondiente a un espejo) destaca asimismo Zeus a espaldas de nuestros protagonistas, tomando nota en una tablilla de cera o arcilla y, como puede comprobarse por la ampliación de la fig.5, no precisamente entre sonrisas. Cierra este cuadro la fig. 4, con Heracles surcando el mar a bordo del cuenco del Sol, siendo para muchos ese “cuenco” mera reminiscencia del gaulós o barco barrigudo de los cananeos.

martes, 27 de julio de 2010

Gerión y el Ciclo Gibraltareño. Apéndice 1

Como prometí, vamos a enriquecer nuestro conocimiento sobre Gerión y Melqart mediante un análisis de la iconografía del momento. Esta primera composición podría denominarse “orígenes”, pues el material que muestra es antiguo y directamente atribuido a los cananeos. Empecemos agrupando las figuras 1 a 3, pues todas proceden de páteras fenicias de los s.VIII-VII a.C. La 1 es la de Curium o Kourion (Chipre), a la que he manipulado para que muestre los temas que más nos incumben en cada círculo. En el del centro aparece un héroe matando un león, que por los apéndices de imaginería hercúlea ya publicados nos debe ser familiar. En el círculo intermedio aparecen unos bueyes, mientras que el círculo exterior nos muestra una escena calcada a la que se representará en la ilustración siguiente. Esta figura, la 2, es el centro de la famosa “copa” de Idalion (Chipre), y parte de su decoración, la de unos hombres leonados luchando contra sus animales totémicos, ya fue facilitada en el apéndice icónico sobre Heracles. En principio, la escena es un tema común en iconografía egipcia, pero eso no quita que en estas circunstancias adquiriera una nueva semántica. El héroe de la maza se parece demasiado a las más antiguas poses de Melqart, el asistente de la izquierda recuerda mucho a Yolao, mientras que el grupo de enemigos rendidos puede ser intencionalmente triple si lo que se quería representar era a Gerión. Repito que este tema y el del anillo superior de Curium son idénticos. Por su parte, en la figura 3, de la que desconozco la procedencia exacta pero que es tan cananea y antigua como las anteriores, y acaso también chipriota, el tema aparece claramente alterado. Sin embargo, es significativo que conserve el número de tres enemigos, así como el añadido de dos perros, posible variante al tema del perro bicéfalo. Finalmente, la figura 4 es un escarabeo hallado en Ibiza (patria alternativa de Gerión) cuya temática y formato es muy común en todo el Mediterráneo occidental del s.VII y VIaC. Junto al barbado tricéfalo no hay toros, sino caballos y jabalíes, y por otros escarabeos del mismo estilo sabemos que a veces las cabezas representadas eran dos o incluso sólo una, pero hay que reconocer que el número de tres cabezas (a veces de distintas razas) es de las pautas más repetidas. ¿Son estas cuatro figuras parte de las primeras representaciones de Gerión? Se trata de una posibilidad respetable, no tanto por sus temas puramente iconográficos (que son todos reciclados o comunes), como por la convergencia crono-espacio-cultural que delatan. Sin duda, el héroe sometiendo por los pelos a un puñado de enemigos arrodillados, con un asistente que porta sus armas y sandalias, está calcado del arte faraónico, pero ni este es el único tema artístico que los cananeos tomaron de los egipcios ni es tampoco un tema contemporáneo o algo anterior a la confección de estos bronces. Su aparición en el s.VIIIaC., fecha en que los más ortodoxos establecen el florecimiento (que no origen) de un emporio como Gadir, también nos anima a ver ahí los primeros geriones del arte. Otra feliz coincidencia es su aparición en Chipre, zona que no sólo fue cananeizada simultáneamente y con igual intensidad que el área tartésica, sino que ambas culturas fueron por así decirlo hermanas, como está más que atestiguado por el registro arqueológico. Si mucha de la iconografía iberocananea es de inspiración feno-chipriota, es igualmente lógico suponer que el arte de esta isla se hiciera especial eco de temas épicos para los fenicios, con la aventura gadirita a la cabeza. La figura 4 no pretende tanto documentar un intento de representar a Gerión, que generosamente también podríamos aceptar, sino defender que el Mediterráneo occidental, sea por sustrato aborigen o por influjo cananeo, en nada necesitaba a los griegos para desarrollar mitos y símbolos sobre hombres de tres cabezas.

Este segundo montaje podría ser denominado “chipriota”, lo cual puede sonar contradictorio recién comentados tantos bronces procedentes de Chipre. La diferencia estriba en que ahora nos dedicaremos a iconografía surgida en Chipre a partir del sincretismo entre lo aborigen, lo fenicio y lo proto-griego, pero también lo anatolio, lo pan-mediterráneo, etc. No es arte cananeo ubicado en Chipre sino arte propiamente chipriota, entre los s.VII y VIaC. La figura 1 es la más interesante, pues en ella se mezclan rasgos muy típicos del Gerión de la mitología griega con otros que no lo son tanto o no lo son en absoluto. La figura humana de la izquierda es a todas luces Melqart-Heracles, como indica la piel de león y otros temas de la escena, pero se muestra desnudo, y con la cola del león colgando fálicamente entre las piernas de una manera que nos recuerda a Aha y Bes. Es una lástima que la mitad superior del cuerpo esté tan deteriorada, pero es innegable que alza su brazo derecho para atacar. El ganado vacuno que aparece nos permite precisar que el episodio exacto que se representa es el robo del ganado de Gerión. El monstruoso perro de la esquina superior derecha se plantea conflictivo, pues si interpretado como Ortos confirma la teoría anterior, estas tres (y no dos) cabezas desentonan, siendo más propias de su hermano Cerbero, el cual también está relacionado con Heracles (Homero) pero sin rebaños de por medio. He dejado para el final, por enigmática, la otra figura humana. La menor envergadura respecto a Melqart no lo convierte en un enano, como comprobamos al escalarlo respecto a los bueyes, sino que simplemente es una forma tradicional de representar las categorías de los personajes implicados, como cuando los faranones son mayores que sus enemigos en los relieves egipcios. Su apariencia es la de un hombre barbudo y de melena salvaje, desnudo y que también recuerda a Bes-Enkidu, pero que porta capa en lugar de piel de león. Desde luego su mayor misterio reside en sus manos pues una porta una bola y la otra un árbol completo, ninguno de los cuales son símbolos identificables en el mito clásico de Gerión. Se tiende a identificarlo como Euritión, el pastor de los rebaños de Gerión, pero nada impide suponer que nos encontremos ante Gerión-Hades en persona, sin necesidad de ser representado triple. Hubiera sido maravilloso conservar el resto de “metopas” que, junto a esta, componían como viñetas una especie de comic, pues probablemente encontraríamos un Gerión mucho más rico en matices que el que hoy conservamos. La figura 3 forma parte de una mesa o altar y sólo tiene que ver indirectamente con nuestro mito. Representa el nacimiento de Pegaso y Crisaor del cuello de Medusa tras ser decapitada por Perseo. De nuevo, las coincidencias y disensiones respecto al canon griego son evidentes. Medusa es representada como monstruo (sus pechos caídos son una clara señal de ello), y su cabeza es portada por Perseo envuelta en un paño para no petrificar ni emponzoñar todo a su paso. Pero el héroe se representa con barbas y ropaje más fenicios que griegos, a la vez que carece de muchos elementos (escudo-espejo, alas en las sandalias, etc.) que se le asocian en el mito griego. El uso de la agrícola hoz en lugar de una espada no es inédito en arte griego, pero merece considerar que el autor chipriota tomara esta alternativa. Finalmente, ¿cuál es ese perro que se les interpone? Debería ser Cerbero u Orto por su relación occidental con las gorgonas, pero entonces, ¿por qué sólo muestra una cabeza? Acabamos esta segunda composición con las figuras 2 y 4 que representan al tricórpore Gerión, si bien una es de terracota del sVIIaC. (fig.2) y la otra es de caliza del sVIaC. (fig.4). En cuanto a esta última, me resulta llamativo que en su escudo izquierdo Gerión presente la propia muerte de su abuela Medusa, o que en el del centro haga gala de un capítulo de su enemigo Heracles-Melqart (los cercopes).

martes, 20 de julio de 2010

Gerión y el Ciclo Gibraltareño, Parte 2

Naturaleza de Gerión

Como decía en la primera entrega de este post, no puedo ni pretendo hacer una recopilación total de los documentos originales y críticos que se han escrito sobre Gerión. Invito a que cada cual se sirva según sus necesidades en esta mega-enciclopedia gratuita que es Internet, o a través de su biblioteca, pues es necesario compartir un conocimiento básico de este mito si queremos que este post tenga utilidad. Asimismo es de máxima ayuda repasar los artículos monográficos sobre Melqart-Heracles (abril 2009). El primer rasgo indiscutible de la naturaleza de nuestro dios se desprende precisamente de la puesta en contexto que acabamos de hacer en la parte I del artículo: Gerión era gibraltareño, probablemente afroibérico, y su divinidad emanaba de unas fuentes emparentadas pero a la vez muy distintas y distantes de las del panteón olímpico. Este es un dato fundamental para la tesis central de este epígrafe, cuya premisa teórica consiste en interpretar a Gerión como una deidad originalmente afroibérica enriquecida luego por los cananeos, quienes además exportaron su mito al resto de sus dominios, para finalmente ser adaptado por otros vecinos como griegos, estruscos o romanos.

La siguiente pregunta que debemos hacernos es si Gerión fue un freak mitológico más, es decir, uno de esos monstruitos de atrezzo que parecen haberse concebido con el único propósito de servir de lucimiento para el dios o héroe que los derrote. Todos sabemos de su naturaleza tricórpore, aunque esta nunca fue precisada del todo, como si tanto diera que un centauro fuera tal y como nos lo imaginamos popularmente o como un hombre con cabeza de caballo. Así el abanico de geriones va desde el humano absolutamente normal, representado en la tumba etrusca llamada “del orco”, a la más común imagen consistente en una especie de siameses triples unidos por las caderas, que era como los chipriotas lo representaron desde antiguo; en medio cabe la representación de tres hombres del tronco para arriba que se unifican por la cintura, el tipo más tardío de hombre con tres cabezas, los tres hermanos unidos en especie de confederación política de los romanos tardíos, por no hablar de la forma de tritón serpentino que surge donde menos lo esperamos: desde el frontón del antiguo templo de Atenea en Atenas (ca. 550aC.) a, sorpresa, la descripción que de Gerión hace Dante en su Divina Comedia. Este último aspecto no nos debe sorprender, toda vez que dos tercios de su parentela la componen dioses oceánicos, siendo precisamente su bisabuela Ceto la madre honoraria y etimológica de todos los cetáceos. Por tanto, qué duda cabe que se trata de un dios triple, pero de una triplicidad tan trascendente que se resiste a ser atrapada bajo una sola anatomía, un “tres que es uno” que no debería resultar extraño al español medio con su trinitaria cultura católica. En cualquier caso, su triplicidad jamás le dio aspecto monstruoso sino que por el contrario parecía reforzar su grandiosidad. Para Hesíodo, Gerión era “el más ilustre (kartiston) de todos los mortales”, aunque esto último de “mortal” habría de ser muy matizado por la genealogía indiscutiblemente divina del personaje. Si por hijo de ninfa o elemental te haces acreedor del título de mortal, adiós entonces a la divinidad de Apolo, Diana, Dionisos, Hermes, etc.

Otro aspecto apasionante del mito de Gerión, pero que suele ser ignorado por los especialistas, es la clara relación que tiene con la figura de Hades, dios rey de los infiernos y hermano de Zeus. Esto encajaría a la perfección y a la vez que reforzaría la tesis de una ubicación afroibérica del mito, pues ya vimos en otra ocasión cómo la tierra de TRT- (Afroiberia tardo-prehistórica) fue secularmente considerada puerta de la muerte para las culturas mediterráneas. Gerión es un rey del ocaso que tiene un rebaño apacentado por su boyero Euritión y vigilado por su perro Orto, de dos cabezas. Pues bien, Hades es un rey del ocaso que tiene un perro de dos o tres cabezas llamado Cerbero, así como un rebaño apacentado por su boyero Menetes. Más aún, Cerbero y Orto son hermanos, Menetes es el que en la leyenda de Gerión (Apolodoro) le avisa del robo de ganado y de la muerte de Euristeo y Orto, y en la tumba etrusca antes mencionada Gerión aparece, además de absolutamente humanizado, junto a Perséfone y Hades (tocado éste con una “leontis” de lobo que no hace sino cortocircuitarnos aún más). ¿Casualidades? Más nos valdría convenir que una deidad de ultratumba originaria de o ubicada en Afroiberia (Gerión) enriqueció con sus atributos (perro bicéfalo, boyero) al dios griego de los infiernos, Hades. Esta es la razón de por qué conviviendo y cruzándose, el mito de Hades no logra eliminar al de Gerión, original y preeminente al menos en los aspectos que ahora hemos referido. Esta es la razón de por qué Gerión siempre será considerado un dios estremecedor, aunque más por “grandioso” que por “monstruoso”.

Relación con Melqart-Heracles

Todo lo visto acerca de la naturaleza, linaje y ubicación geográfica de Gerión cobra sentido pleno cuando lo unimos a aquello que ya comentamos en el post monográfico sobre Melqart. En realidad los datos encajan tan perfectamente que sorprende ver tanto académico (sobre todo español) emperrado en mostrárnoslos como un capítulo menor de la vida de Heracles que los griegos adaptaron y reubicaron tardíamente tras fundar Ampurias. Muy por el contrario, Gerión es a todas luces o bien un dios afroibérico o bien una elaboración cananea que trataba de explicar teológicamente la crisis que los emporios cananeos provocaron en la población gibraltareña, pero aún en este caso los materiales afroibéricos que construyen el mito son evidentes. Muchos de los atributos de la tierra de TRT- (occidente, infierno, océano, riquezas codiciables, toros) le son adjudicados a su rey-dios paradigmático, de tal forma que la dominación de Melqart-Heracles sobre Gerión no es más que la personificación del dominio cananeo sobre Tarsis.

En este punto debemos volver sobre el asunto de los 12 trabajos de Heracles, aún a riesgo de repetirnos respecto a las entradas dedicadas a Melqart. De nuevo habrá que repetir que dicha colección de “athloi” (pruebas) no debe ser patrón de legitimidad alguno, que Gerión es un dios autónomo y antiquísimo, que no puede ser sometido al ritmo capitular de lo que es una recopilación, tardía y sin canón fijo, de las principales hazañas de hijo de Zeus. Es más, podemos incluso denunciar que los 12 trabajos no hacen sino empañar la naturaleza y misión verdaderas de Heracles-Melqart: ser un hombre-dios, un ser que enfrenta la muerte y la vence (apoteosis). Sin esta característica Heracles carecería de toda singularidad religiosa, abundando innecesariamente en una estela más que trillada por multitud de héroes (Perseo, Belerofonte, Teseo, etc.) igualmente campeones frente a las más pintorescas criaturas sin merecer por ello el acceso al Olimpo. Por tanto todo lo que tenga que ver con Heracles y lo infernal o ultraterreno no debe ser considerado un capítulo más, menos aún un capítulo menor, de su trama vital sino “el” tema por antonomasia. Debemos acostumbrarnos a contemplar el resto de hazañas del héroe-dios como un mero preparativo de la que será su misión suprema. Podemos rastrear este protagonismo en los dos escritores proto-griegos más antiguos, Hesíodo y Homero, aunque el primero por ser más antiguo conservaba las voces Gerión y Orto, mientras que el segundo ya las adaptó a Hades y Cerbero. Sin embargo Hesíodo ni siquiera menciona los trabajos de Hércules, mientras que Homero se limita a citarlos vagamente, sin determinar cuáles eran ni en qué consistían, y sin incluir tampoco la lucha con Cerbero entre ellos. Pero claro, hablamos de proto-griegos, gente muy semitizada en lo cultural que enfocaba el mito básicamente bajo el prisma cananeo, con probables visos de un sincretismo o asimilación incipientes.

¿Qué cambió después? Los griegos propiamente dichos habían dejado atrás gran parte de su identificación cultural con el fenicio, pues de hecho los nuevos acontecimientos (amenaza persa) los obligaban a desvincularse de todo lo proveniente del Este, y al tiempo afirmarse en su “grecidad” recién estrenada. Su Hades estaba ya totalmente implantado en el panteón, así que nadie necesitaba de ese gemelo, Gerión, que les trajeron los cananeos. Por eso su papel fue paulatinamente relegado al de otro monstruo de feria más con los que los héroes combaten. Los propios griegos no sólo se limitaron a degradarlo a un mero trabajo más de la lista de los 12, en la cola además junto al de Cerbero, sino que llegaron a suponer sandeces como que eran dos trabajos “de propina”. En efecto, se decía que los trabajos-sanción previstos para que Heracles expiara su afrenta a Hera fueron originalmente 10 y no 12; pero debido a que Heracles cazó la Hidra con la ayuda de Yolao y que los establos de Augías fueron fregados bien bajo pago, bien con ayuda de los ríos, fueron descalificados como penitencia del héroe-dios. Si así fuera, ¿cómo es que no lo penalizaron por las manzanas de las Hespérides, siendo Atlas el que se las cogió a Heracles mientras este le sustituía aguantando la bóveda celeste? Es evidente que si estos tres “trabajos” (Hespérides, Gerión y Cerbero) están al final de la lista es precisamente por ser la culminación gloriosa de las andanzas hercúleas, las más antiguas de las que se tiene noticia. Una vez que cuentas que Heracles venció al rey del infierno (Gerión/Hades) y a sus huestes para conseguir su más preciado tesoro (manzanas o buyes/inmortalidad), poco queda de interesante en sus supuestas escaramuzas con jabalíes, ciervas, leones o serpientes de diez cabezas. Sin embargo esta faceta sobrenatural, trascendental y mesiánica de Melqart, muy asociada a los intereses geoestratégicos fenicios, fue la que primero olvidaron los griegos en aras de potenciar al guerrero pintoresco.

De propina

Ha quedado claro que Gerión es el capítulo más trascendente del mito de Melqart, como lo fue Afroiberia para los tirios. En su doble papel de reto y oportunidad, Gerión hace inmortal a Melqart pagándolo con su propia vida pues, aunque suene a trabalenguas, la muerte (Gerión, Cerbero) viene a matar al mortal Heracles, pero Heracles mata a la muerte, convirtiéndose él mismo en inmortal. Del mismo modo parece indudable que desde el principio fue un dios ubicado en Gibraltar. Una causa es que fuese un dios antiguo de estas tierras, que representara lo aborigen contapuesto a lo cananeo. Otra razón plausible es que los cananeos se limitaran a atribuir a Gerión todos o buena parte de los atributos secularmente asociados a Afroiberia y que vimos extensamente en las entradas relativas a TRT-: extremo occidente, infiernos, puerta al Océano, riqueza mineral, ganadera y agrícola, toro y caballo como símbolos… En cualquier caso, dichos atributos fueron confirmados, y de qué modo, cuando los fenicios tuvieron la oportunidad de conocer Afroiberia de primera mano. A estas conclusiones básicas he querido añadir una serie de curiosidades que no han tenido cabida en el desarrollo del post pero que sería un desperdicio omitir.

Empecemos por un argumento muy esgrimido por los desmitificadores, que tiene que ver con la descripción que hizo Silio Itálico de las puertas del templo de Melqart en Gadir (“Heracleion”). Según este autor tardío (s.I de nuestra era), en las puertas del Heracleion gaditano se habían grabado determinadas hazañas del héroe-dios. Los académicos más seguidistas aprovechan su confusa cita, mucho más literaria que testimonial, para certificar la ausencia en su descripción de menciones a Gerión y las Hespérides. Para ellos supone la prueba irrefutable de que Gerión no pudo ser un mito afroibérico, ni siquiera un dios conocido por los afroibéricos, sino una fabulación tardía y puramente griega. En primer lugar, estos dos trabajos no son los únicos que faltan en la descripción de Silio Itálico, y de hecho yo con mi torpe latín no he podido encontrar más de seis. Otro error, muy interesado, es el de volcar toda la credibilidad sobre un autor tan tardío, por mucho que digan que se apoya en el testimonio del no mucho más antiguo Posidonio (135-51aC). Pero todos estos argumentos quedan en mera anécdota si nos centramos en el meollo del asunto, como es la evidencia incontestable de que el templo de Gadir no estaba consagrado a Heracles sino a Melqart, que era un recinto sagrado construido por semitas para el culto desde el punto de vista semita, y muy probablemente vetado a los que no fuesen cananeos. A este respecto resulta sorprendente que el propio Silio Itálico reconozca en su obra que en el interior del templo no estaban permitidas representaciones del dios. Ante estos dos argumentos contradictorios lo lógico es dar más pábulo a una marca tan semita como es la prohibición de imágenes de dioses, o al menos de abusar de ellas (basta leer la Biblia para comprobarlo). Finalmente, invito a que imaginemos al Papa recibiendo con entusiasmo la llegada de unos mormones para que le redecoren el Vaticano… ¿imposible? Pues hablamos del mismo grado de parentesco y a la vez distancia entre dos líneas teológicas. Desde luego, los tirios y gadiritas no estarían precisamente esperando que los griegos les aclararan en qué consistía realmente su Melqart.

El segundo aspecto anecdótico tiene que ver con las etimologías. Los propios griegos estaban obsesionados por buscarle a todo una derivación semántica, y en nuestro caso establecieron que Gerión provendría de una voz griega (Ghruw o Gerio) que significa “gritar” (si es que lo achacaban al grito que soltó Gerión al morir a manos de Heracles) o “mugir” (cuando la etimología se orienta más a su rebaño de toros). En realidad el verbo de marras tiene un significado mucho más amplio, con acepciones mucho más comunes que las aquí esgrimidas, y que se orientan hacia “cantar” e incluso “hablar”. Existe además una familia de lexemas a la que se recurre muy poco y que consiste en el grupo de voces griegas relativas a la vejez (Gerwn), convirtiendo a Gerión en “el anciano”. ¿Qué ocurre si recurrimos a las lenguas semitas? Los resultado no son mucho más esclarecedores. Tenemos de un lado Gr (con guimel) que significa “extranjero”, o Jaron (con Jet), que significa “fuego, ardor, ira”. Existe sin embargo un Ghr como “articular sonido, penar, gritar, reprochar, clamar, irritarse”, que coincide bastante con el Ghruw de los griegos, y a su vez con otras palabras semitas tan sugerentes como Geriot (excitación, agitación). Gerión no sería “el que grita”, o sí, pero para protestar, pues su sentido más acertado sería “el que se opone”, “el que reprocha” y “el que se irrita” ante Melqart. Otra vez más aparece Gerión como catalizador de la más que probable respuesta de determinadas poblaciones afroibéricas ante la aparición de cananeos en nuestras tierras. Cabe una última posibilidad, la de que Gerión no proceda del semita ni del griego, sino directamente de algún idioma afroibérico. Tal circunstancia vendría avalada por ciertas querencias fonéticas en nuestro sustrato lingüístico aborigen. Así Gerión nos suena irremediablemente a Gerón y Terón (personajes hispánicos semilegendarios) o a las versiones reduplicadas tipo Gorgona o Gárgoris. Esta repetición de las mismas sílabas era muy habitual en las lenguas de Iberia y Magreb prerromanos, como puede comprobarse en Tarteso, Tartaro, Tertis, Bilbilis, Tutugi, Kauka, etc., así como son habituales los monosílabos acabados en –r (tar, bar, kar, ger, etc.). Pese a todo lo expuesto, mi conclusión es que por ahora las etimologías confunden más que aclaran la cuestión.

Finalmente, cierro la entrada con una reflexión sobre la ductilidad de los contenidos mitológicos. Realmente no sabremos jamás en qué consistía de verdad el mito de Gerión, porque quizás ni siquiera llegó a existir tal cosa. Los mitos son como los líquidos, que ocupan el volumen de sus contenedores recibiendo de ellos la forma, aunque no la esencia. Por eso no será raro encontrar descripciones más o menos seguras de Gerión y su universo que no se ajustan al relato greco-latino clásico, como el tritón tricéfalo que mencionamos para el templo de Atenea en el Partenón o determinados relieves chipriotas que veremos en el apéndice de ilustraciones que publicaré a continuación. Este cambio en la naturaleza y actitudes de los personajes mitológicos afecta también a Melqart-Heracles. Así, en un espejo etrusco Hercle aparece tomando el pecho de Uni (Juno o Hera), algo común a los griegos y su leyenda de la Vía Láctea. Lo que es absolutamente inédito es que este Heracles etrusco es un hombre con toda la barba y que, más aún, Zeus aparece al fondo de la escena con cara de pocos amigos y tomando nota del escandaloso acto, como si se tratase de una reminiscencia de antiguos cultos donde Hera-Astarté era amante (y no feroz madrastra) de Melqart-Heracles. Pero la mitología nos depara también el caso opuesto, esto es, que dos personajes compartan sonoridad y atributos aún cuando teóricamente no tienen nada que ver, como en nuestro caso ocurre entre el titán Crío y Gerión. Aparte de las similitudes fonéticas, resulta que este titán es dios de los rebaños y las manadas, como Gerión es famoso por sus vacadas. Es más, la esposa de Crío es Euribia, que suena mucho a Eritia (hogar de Gerión) y además es hija de Ponto (tatarabuelo de Gerión). Lo que trato de decir es que la mitología, y dentro de ella Gerión, debe abordarse más como un fluido sobre el que surfear que como un montón de rígidos bloques a sortear mediante cartesianismo.

viernes, 2 de julio de 2010

Gerión y el Ciclo Gibraltareño, Parte 1

Hasta la fecha carecemos de documentos cananeos que, de primera mano, hagan referencia a las andanzas de Melqart por Afroiberia. En las dos entradas anteriores vimos sin embargo que no sólo debieron existir sino que además se podrían reconstruir, en lo fundamental, a partir de los textos grecolatinos conservados. Atlas, las Hespérides, Gerión, Cerbero o Anteo son algunos de los personajes que confirman esta tesis, aunque para ello necesiten ser limpiados tanto de lecturas demasiado cartesianas (en definitiva nos movemos entre leyendas), como de un falso concepto de la crítica textual que no logra ocultar su eurocentrismo. De entre todos estos mitos, el de Gerión presenta unas cualidades que lo hacen especial para nosotros: se ubica tradicionalmente en la región tartésica, contamos con abundante documentación y está involucrado, como veremos, en la muerte-apoteosis de Melqat-Heracles. Pero también centrará nuestro interés por ser uno de los mitos más maltratados por nuestra crítica historiográfica, con la esperanza de que su resarcimiento provoque un efecto dominó sobre el resto de leyendas asociadas.

Linaje de Gerión

Existe cierta norma tácita entre los mitólogos que consiste en adjudicar antigüedad y peso a los mitos según lo ancestral del linaje que se les atribuya. Vamos, que no es lo mismo ser hijo de Urano que bisnieto del primo de un sobrino de Poseidón. A menudo ocurre que una deidad griega aparentemente menor, y por lo general denostada, conserva la marca de un linaje demasiado noble para su papel en la mitología clásica. Se dice entonces, para mí con razón, que dicho dios forma parte de un sustrato mitológico anterior (cretense, pelásgico) a los mitos de los dioses olímpicos, o de un préstamo de mitologías provenientes de civilizaciones tenidas por ancestrales para los griegos (Egipto y Canaán principalmente). De esta forma los mitos fundacionales de cualquier cultura, y por supuesto también de la griega, combinan la narración de leyendas con la plasmación del proceso histórico-evolutivo de lucha y diálogo entre las distintas tradiciones espirituales implicadas en su génesis. Gea era para los griegos la diosa primordial, sólo anterior al Caos, y de ella nacieron, sin necesitar contraparte masculina, dos hijos: Urano (el cielo) y Ponto (las profundidades marinas). Bajo una interpretación crítica esto sólo significa que los dioses conocidos por los griegos se podían subdividir en dos líneas genéticas principales, la de los uránidas que daba origen a los dioses de la mitología griega “clásica”, y otra mucho menos conocida por nosotros que llamaremos de los póntidas. Más aún, podemos establecer que mientras la naturaleza de los primeros es celestial la de los segundos es eminentemente marina.

Detengámonos primero en la descendencia de Urano para confirmar nuestras hipótesis. Aún dentro de este linaje, los griegos no veneraban al clan en su conjunto sino a un reducido grupo de ellos, los conocidos popularmente como dioses olímpicos. Y es que Urano tuvo, con su madre Gea, una variada descendencia que va desde los titanes a los cíclopes y los hecatónquiros, pero sólo la descendencia del titán Crono merecía una atención especial. De hecho, sólo la descendencia de su hijo Zeus es la que cuenta para los griegos, pues incluso sus hermanos Poseidón o Hades se ven relegados a un papel secundario y no pocas veces siniestro. Los mitos griegos sobre el origen de los dioses calca fielmente nuestra interpretación de cultos o religiones en continua competencia entre sí: Urano encerró a sus hijos cíclopes (un solo ojo) y hecatónquiros (cincuenta cabezas) porque su “monstruosidad” (¿alteridad cultural?) los convertía en una amenaza; sus hermanos titanes los liberan para castrar al padre Urano (victoria sobre cultos anteriores) para luego ser de nuevo encerrados por el victorioso Crono; por segunda vez serán liberados por Zeus para que le ayuden a derrotar a su padre Crono-Saturno, quien por cierto devoraba a sus hijos para no ser destronado. La conclusión que podemos aventurar es que la mitología griega centrada en los “olímpicos” (Zeus, descendientes y a veces hermanos) es un producto tardío fruto de una depuración religoso-cultural que aún delata la existencia de sustratos afines pero no idénticos, y en todo caso anteriores en el tiempo, de unas perdidas mitologías griegas protagonizadas por los titanes, por los cíclopes o por los hecatónquiros, entonces supuestamente ni tan malignos ni tan monstruosos. Tampoco hay que desdeñar la posibilidad de que estemos hablando de mitologías no exclusivamente griegas sino pan-egeas o incluso mediterráneo-orientales.

Si toda esta diversidad es cierta aún dentro del linaje de Urano, ¿qué deberíamos suponerle a la parentela nacida de Ponto? Por necesidad debe tratarse de un linaje aún más ancestral o extraño respecto a la cultura griega clásica que los propios titanes. La paridad entre los hermanos es evidente, pues son los dos los primeros en parir Gea y ambos copulan con su madre para obtener descendencia, además de encarnar como su madre (tierra) dos de los elementos principales (cielo y agua). Salvo Océano y Tetis (titanes) y Poseidón, todas las demás divinidades marinas y acuáticas provienen del linaje de Ponto (Nereo, Tamarte, Talasa, Forcis, Ceto, etc.), y todas tienen relación con el Océano o con Poseidón de una forma u otra (matrimonios, combates…), como si fueran mitos clandestinamente emparentados. Todos los hijos de Ponto tenían naturaleza acuática, tanto los habidos con Talasa como los que tuvo con su madre Gea. Entre estos últimos, dos de los hermanos, Forcis y Ceto, se emparejaron para dar a luz una serie de criaturas, entre ellas las tres gorgonas. Medusa, la menor de ellas y la única mortal se unió a Poseidón, y preñada de él estaba cuando Perseo le cortó la cabeza, por lo que de su sangre brotaron dos hijos, Pegaso y Crisaor. Crisaor se unió a Calirroe (hija de Océano) y tuvieron como primogénito a Gerión. No debemos perder de vista el marco referencial de los hijos de Urano, pues si este es hermano de Ponto, Forcis es primo-hermano de Cronos, Medusa prima segunda de Zeus, etc. Gerión se nos presenta entonces con un linaje que entronca directamente con Ponto, el igual a Urano, y por tanto como un dios que nada le debe a las tradiciones “olímpicas”. De otro lado, debe subrayarse la naturaleza acuática de Gerión, nieto de Océano y de Poseidón, tataranieto de Ponto, etc. Gerión es por tanto un dios ancestral, ajeno hasta el punto de ser mucho menos identificable con la cultura clásica griega que, pongamos, un cíclope, y de clara reminiscencia marino-oceánica.

Reubicando a Gerión

En el post general sobre mitología griega vimos que los académicos emplean las tácticas de la “desmitificación” y del “mito traslatorio” en cuanto se sienten amenazados por una leyenda, y el caso de Gerión sería un ejemplo de libro. Para hacernos una idea de la gravedad de su comportamiento, invito a que extrapolemos el caso al mundo detectivesco, al que me suelo remitir para dejar patentes las deficiencias éticas y metodológicas de nuestros investigadores. Imaginemos que se ha producido un atraco en la calle, la policía acude y toma declaración a los testigos, entre los que se encuentra la víctima y decenas de viandantes que habían presenciado la escena. Unos testimonios son más detallados que otros, pero todos son coincidentes y en ningún caso se producen contradicciones entre ellos. Sin embargo, el comisario decide ignorarlos a favor de la declaración, totalmente opuesta, de un señor que llegó tarde a la escena del crimen y que habla puramente de oídas. ¿Cumpliría dicha investigación unas mínimas garantías democráticas?, ¿viviríamos en un estado de derecho con una policía así solucionando nuestros problemas? Veamos ahora cómo investiga nuestra cúpula historiográfica cuando el “delincuente” se llama Gerión.

Los españoles consideramos a Gerión un mito griego situado en la Península Ibérica, pues es lo que hemos aprendido de la tele, las clases y las lecturas. Pero si vamos con esta creencia al profesor universitario, este nos recibirá con una mueca de superioridad guasona: todo humanista que se considere “científico”, más si es de aquí, debe saber que el mito de Gerión es griego y con una ubicación original en el oeste de Grecia, aunque luego el helenismo y Roma se encargaran de trasladarlo hasta nuestras costas. Lo del Gerión hispano está bien para bautizar un equipo de balonmano o un movimiento artístico chipionero, pero poco más. Ante tal respuesta, lo normal es que te sientas ridículo y patriotero soñando gigantes de tres cuerpos en las marismas de Doñana, así que la mayoría acata lo que cuentan que dicen no se cuales “fuentes antiguas”. ¿Qué ocurre si por el contrario decidimos comprobarlo por nuestra cuenta a base de biblioteca e internet? Algo escandaloso. Toda la argumentación académica que trata de “desmitificar” la naturaleza afroibérica de Gerión, repito, toda, se basa en el testimonio de Lucio Flavio Arriano. También llamado Arriano de Nicomedia, fue un escritor tardío (86-175dC.) que no se destacó precisamente por su originalidad, mereciendo el apodo de “Jenofonte” por escribir al modo del general del s.IVaC. un libro que incluso tituló de la misma forma que el de su ídolo: Anábasis de Alejandro. El párrafo que nos interesa de su obra se encuentra en el Libro II, 16, 5 y se podría traducir así:

Hecateo el historiador dice que Gerión, contra el cual Heracles Argivo fue enviado por Euristeo para robarle sus vacadas y llevarlas a Micenas, no tiene nada que ver con la tierra de los iberos; y que tampoco fue enviado Heracles a ninguna isla llamada Eritia más allá del Gran Mar; sino que Gerión era un rey de la región continental de Ambracia y de los anfílocos, que Heracles tomó el ganado de este Epiro, y que esta era el penoso trabajo que le había sido impuesto.”

¿Quién era este “Hecateo el historiador”? Los investigadores dicen que es Hecateo de Mileto, autor mucho más renombrado y antiguo (550-476aC.) que Arriano, pero cuya obra está hoy perdida y de la que sólo se conservan citas que, como esta, provienen de autores posteriores. Para colmo, recordemos que Arriano sólo habla, sin especificar, de un “Hecateo el historiador”. Existe otro, Hecateo de Abdera, que fue un historiador de menor rango y antigüedad (s.IVaC.) que el de Mileto, pero no por ello un escritor desconocido, y autor además de una obra precisamente sobre Hesíodo y Homero. Dudar entre ambos hecateos me parece lógico, pero los académicos sólo defienden la primera opción movidos por un equivocado concepto de la identificación. Hecateo de Mileto tiene una inmerecida fama de “desmitificador” porque trataba con sorna las creencias griegas de su tiempo, a la vez que intentaba darles una explicación racional. Así, en nuestro ejemplo Arriano dice más adelante que la razón del escepticismo de Hecateo es la lejanía geográfica de Iberia, forzosamente desconocida para los griegos antiguos, lo cual hace la boca agua a los actuales académicos. Pocos reparan en que el mismo Hecateo acepta sin problemas la existencia de gigantes de tres cabezas… con tal de ubicarlos bien cerquita de su patria. Otros autores como Pompeyo Trogo (vía Justino), Diodoro Sículo o Esteban de Bizancio al menos trataron de reinterpretar a Gerión como tres hermanos o tres reyes que luchaban en coalición, y sin embargo no tienen fama alguna de racionalistas. En cualquier caso, vuelvo a repetir que el tardío Arriano (citando al perdido Hecateo) es la única fuente a favor de una residencia griega para Gerión.

¿Cuántos autores por el contrario ubican a Gerión en las proximidades de Gibraltar? Habría que ser ahora tan generoso como hemos sido con las fuentes anteriores, y aceptar tanto las que conservamos íntegras como las que sólo perviven en citas de terceros, tanto las que apuntan a Gadir o a Tartessos, como las que hablan de Iberia en general o a una zona occidental en contacto con el Atlántico, exigiéndoles tan sólo que no incurran en contradicción. He llegado a reunir nada menos que treinta y dos autores grecolatinos, ¡32!, aunque no todos los he podido consultar de primera mano, y es probable que haya más. Como es lógico, esta entrada sólo da para enumerarlos cronológicamente. En el s.VIIIaC. tenemos a Hesíodo. En el s.VII a Pisandro de Camiro. En el s.VIaC. a Estesícoro de Himera. En el s.VaC. a Heródoto, Eurípides, Paniasis de Halicarnaso, Helénico, Ferécides y Herodoro. En el s.IVaC. a Eforo y Filístides. Damos luego un salto al s.IaC. con personajes de la talla de Virgilio, Plinio, Estrabón y Ovidio, pero también Diodoro de Sicilia, Pompeyo Trogo, o Dídimo de Alejandría. En el primer siglo de la era cristiana contamos con el pseudo-Apolodoro y su Biblioteca, Papinio Estacio y Dión de Prusa. En el s.IIdC., Pausanias, Justino y Filóstrato, mientras que en el s.IIIdC. encontramos la obra Scholia vetera in Pindari carmina. El s.IVdC. nos propone a Avieno, Julio F. Materno, Amiano Marcelino, Ausonio, Honorato y Claudio Claudiano. Cerramos la lista con Esteban de Bizancio, gramático del s.VIdC. ¿Hacen falta más? Como en el ejemplo del atraco, tenemos ante nosotros al testigo que aparece tarde (Arriano) y cuenta lo que creyó escuchar de uno que se fue (Hecateo), insistiendo nuestra corrupta “policía” académica en darle más crédito que a decenas de “viandantes” con una opinión unánime y absolutamente distinta.

Para los que prefieren la calidad a la cantidad, podríamos empezar por detenernos en Hesíodo (s.VIII aC.), padre de la mitología griega en forma escrita. Para darnos cuenta de su importancia, basta decir que no sólo es el primer autor (proto-)griego en escribir sobre Heracles, sino que lo hace ligándolo desde el principio a la mención de Gerión (de nueve referencias a Heracles en su Teogonía, dos, entre ellas la primera, lo relacionan con Gerión). Pero sin duda su mayor valor de cara a nuestro estudio es que ubica a Gerión cerca de Gibraltar, por más que los académicos desmitificadores y traslatorios traten de manipularlo como pueden. Su técnica consiste básicamente en sacar las menciones a Gerión de su contexto genealógico, pero también textual, para sembrar dudas sobre su residencia, llegando a afirmar que Hesíodo sólo lo ubicó en una isla incierta llamada Eriteia. Sin embargo, una lectura imparcial les habría permitido darse cuenta de que, según Teogonía, la abuela de Gerión, Medusa, habitaba junto a sus hermanas gorgonas “al otro lado del ilustre Océano, en las últimas extremidades, hacia la noche, donde están las Herpérides”, algo que en absoluto puede sonar a otra cosa que en el extremo más occidental del Mediterráneo, Gibraltar, y nunca a algo situado en el Epiro griego. Siguiendo la genealogía, sabemos que de la cabeza de Medusa surgió Pegaso, llamado este así “porque nació cerca de las fuentes oceánicas”, razón de más para suponer que su hermano gemelo, Crisaor, no naciera mucho más lejos. Por si quedaban dudas Crisaor se unió a Calirroe, “hija del ilustre Océano”, dando como fruto a Gerión, el cual habitaba Eritia, “la rodeada de olas” y era dueño del perro Orto, muerto junto a su dueño a manos de Heracles, de nuevo, “allende el ilustre Océano”. Esta es por lo visto la “vaguedad” con que Hesíodo localiza el hogar de Gerión.

Tras Hesíodo, Heródoto es la siguiente fuente antigua de peso. En su libro IV, 8, deja bien claro que Gerión “moraba en una isla que los griegos llaman Eritía, cerca de la ciudad de Gadira, situada más allá de las columnas de Heracles a orillas del Océano”. Algo anterior es Estesícoro de Himera, autor de una desaparecida Gerioneida de unos 1.300 versos, que según el solvente testimonio de Estrabón situaba a Eritía y Gerión cerca del río Tartessos (Guadalquivir). También debemos destacar a Plinio pues, aunque sea un autor muy posterior, residió en Hispania como gobernador de la Tarraconense y pudo entonces corregir la ubicación del mito en caso de ser un disparate, optando sin embargo por la defensa de Eritía-Gades como patria de Gerión. Finalmente, quiero hacer mención de Avieno, extraño y tardío autor que sin embargo todos coinciden en remontar a fuentes antiquísimas (s.VIIaC. al menos) y, más importante, probablemente cananeas. Su geografía afroibérica no sigue toponímicamente la estela de los demás autores grecolatinos, y sin embargo no se priva de mencionar una “Fortaleza de Gerión” en el Golfo Tartésico. Hay muchos más testimonios ricos en matices que no podemos desarrollar en este post. Algunos de ellos, como Apolodoro, Justino (vía Pompeyo Trogo) o Diodoro Sículo, escribieron las versiones más extensas que nos han llegado sobre Gerión, así que espero poder dedicarles entradas monográficas en un futuro.