lunes, 20 de octubre de 2008

Afroiberia geográfica 1. Generalidades

Iberia goza de unas peculiaridades geográficas que la hacen destacar respecto a las demás penínsulas del planeta. Desgraciadamente somos los españoles los que más a menudo olvidamos sus evidentes privilegios geoestratégicos, y por eso he creído justificado este artículo. A lo largo de su lectura iremos reivindicando tal peculiaridad respecto a sus vecinos, y al mismo tiempo el concepto Afroiberia irá apareciendo ante nosotros sin esfuerzo. Para ello necesito que me acompañen en casa con un mapa-mundi a ser posible mudo o físico, a fin de no trabajar demasiado condicionados por naciones y banderas actuales. Nos va a servir para ponernos al día en una serie de cuestiones que sin duda afirmamos teóricamente pero que pocas veces experimentamos. Entre las observaciones a destacar citaría:

 -          Europa no existe sino como parte de Asia, y por tanto no debería ser incluida en la lista de continentes. Los únicos motivos para hacerlo son de índole política y de un pasado hegemónico a favor de la primera (incluido el propio término “Eur”-Asia).

-          Eurasia y África son los bloques continentales más próximos entre sí, comparados con la distancia entre estos y América, o entre esta y Oceanía. Las dos Américas pueden ser tratadas como continentes diferenciados, pues de hecho su estrecho punto de unión no puede equipararse con los miles de kilómetros de franca proximidad de ambas costas mediterráneas, o del Mar Rojo. Esta continuada frontera supera incluso los kilómetros que unen Europa con Asia o esta con Oceanía.

-          La frontera natural entre Europa y África es el Mar Mediterráneo.

-          La Península Ibérica ocupa la misma latitud que el Mediterráneo. Consecuentemente la Península Ibérica es, como el Mediterráneo, barrera natural entre África y Europa.

-          Y al suponer el tapón occidental del Mediterráneo, a la vez sirve de frontera entre este y el Océano Atlántico. Esto convierte a Iberia, a diferencia de otras penínsulas mundiales, en una cuádruple encrucijada: El Mediterráneo y el Atlántico, Europa y África. Se trata de mares y continentes colosales no sólo en su dimensión geográfica sino en su peso histórico y simbólico.

Ahora vamos a mutilar el mapa-mundi, borrando la Península Ibérica, la Arábiga, y las islas mediterráneas, es decir, quitando aquellos puntos de contacto entre África y Eurasia. La imagen se da un aire, salvando la distancia, al Mar de Tetis de los dinosaurios, lo cual significa que esta no es una imagen caprichosa del mundo sino que ya ha ocurrido aproximadamente. Vemos con claridad que las penínsulas Arábiga e Ibérica suponían los “tapones” del Mediterráneo al Oriente y al Occidente, y que eso las convierte forzosamente en sus equivalentes geopolíticos. Centrémonos en Iberia que es el tema que nos ocupa, y sobre todo en el papel que juega respecto a Europa, continente al que se asocia. En primer lugar vamos a compararla con las otras dos grandes penínsulas mediterráneas: Italia y Grecia. Si nos fijamos en el mapa veremos que están totalmente pegadas al continente, describiendo una inclinación NW-SE, y que sus istmos no suponen menos extensión que el ancho medio de cada península. Sin embargo, la Península Ibérica se dispone como un cuadrado N-S que tapona el Mediterráneo por Occidente y cuyo istmo de los Pirineos es claramente estrecho en relación al ancho total peninsular. Esto aumenta su imagen de insularidad.

Las fronteras que hoy asumimos son convencionales aunque nos parezcan de lo más lógicas. No digo que sean injustas, pero no son las únicas plausibles. Muchos peninsulares veremos normal que seamos europeos y no africanos porque nos separamos por agua de África, pero este argumento se contradice con la separación entre África y Asia por el Sinaí, y no digamos con la separación entre Europa y Asia. También debería sonar chocante que Islandia sea Europa, que Turquía o que Arabia sean Asia, y que Nueva Guinea sea Oceanía mientras que Borneo es Asia. Los antiguos querían ver el límite de Asia y África en el propio Nilo, de tal forma que nuestras actuales Somalia y Etiopía eran Asia para ellos. Del mismo modo, los rusos les parecían totalmente asiáticos (El Don/Tanaide era la frontera europea). Eurasia tiene 54.5 millones deKm², y África 30.3, ¿Creen que con 14km de Gibraltar se crea un abismo entre ambos? No llega ni a junta de dilatación. Pensamos que los 400km de istmo pirenaico nos afianzan firmemente con Europa… ¿Acaso pueden los 1500km que hay de Azov al Báltico unir Europa a Asia? Ponemos énfasis en que África y Europa se acercan sólo en el Estrecho de Gibraltar pero poca gente sabe que desde Matalascañas a Cabo de Gata (casi 500km.) la distancia con África es igual o menor a los 150km, y que si aumentamos a 200km dicha separación, el litoral abarca desde Ayamonte hasta Cartagena. Veo aceptable que digan que esos 14 kilómetros gibraltareños nos van a servir mejor como frontera convencional que otros candidatos dentro de la geografía peninsular, como puedan ser los Pirineos, por nuestra actual coyuntura de adhesión a la cultura, la economía y la política europeas. Lo que no podemos hacer es pintar al Estrecho como una barrera infranqueable, como un abismo sin solución entre dos mundos eternamente estancos, mientras retratamos una barrera gélida de alturas que sobrepasan los 3.000 metros como una alfombra florida entre culturas hermanas.

Es asimismo muy importante que comprendamos que tampoco es justo decir que Iberia es africana meramente. Para comprenderlo mejor propongo volver a nuestra identidad atlanto-mediterránea, mucho menos sujeta a prejuicios. Todos aceptamos que la Península es en su conjunto atlanto-mediterránea, si bien trazamos una diagonal Pamplona-Tarifa (más o menos) para dividir dos zonas influenciadas mayoritariamente por una u otra masa acuática. Lo que ninguno veríamos normal es que nos dijeran que la Península Ibérica es exclusivamente mediterránea hasta Lisboa o atlántica hasta Valencia. Del mismo modo deberíamos entender lo afroeuropeo de nuestra naturaleza, y sin embargo nos esforzamos en interpretarlo como fatal dicotomía que hay que llevar hasta nuestras mismísimas fronteras nacionales. Iberia es Afroeuropa, como también lo son Sicilia, Creta y otras Islas, pero con una personalidad (por superficie, por ubicación en el extremo Occidente) que lo convierte en “minicontinente”, al estilo indio si salvamos las distancias. Resulta en sí significativo que “afroeruopeo” no esté tan extendido como “afroasiático” o “euroasiático” en Lingüística, Antropología, etc., pues es quizás el maridaje intercontinental sobre el que pesa un mayor tabú. Pero del mismo modo que Iberia no puede ser puramente atlántica ni mediterránea, tampoco puede ser totalmente europea ni africana.

Otro aspecto a destacar es el de la unidad ibérica, mucho más marcado que el de otras zonas que podríamos calificar de afroeuropeas. Una de las razones es la mencionada continentalidad y su ubicación extemo-occidental, alejada por tanto de los grandes centros civilizatorios. En Creta, o en la misma Sicilia, también Afroeuropa, al vivir tan cerca de los “grandes” del Mundo Antiguo y tener tan poco territorio eran abrumados por cada oleada de influencia, sea del norte o del sur. Iberia sin embargo recibió esos influjos más tarde, al menos con la potencia y asiduidad con que se daba en el Mediterráneo Central y Oriental. Además, al suponer una superficie y población mucho mayores, dichos aires o influencias externas eran más fácilmente digeridas y diluidas. Podemos simplificar diciendo que en esas islas mediterráneas afroeuropeas encontramos más pastiches, esto es, la superposición de influencias a retazos sin lograr una unidad general. Aparece algo muy europeo sobre algo muy africano o viceversa, mientras que en Iberia aparece todo preponderantemente ibérico aunque con claros matices regionales. Hablemos de “Afroibiera” o de “Euroibieria”, de “Atlantoiberia” o de “Mediterraniberia”, hablamos realmente de Iberia.

Propongo este mapa como hipótesis de partida, y como por supuesto las líneas divisorias son absolutamente convencionales y simplificadas, serán objeto de ajustes en sucesivas entradas de este diario. He optado por una división tripartita, considerando una variable “central” por la continentalidad o insularidad antes referida. He tomado las lindes de Galicia-Asturias y España-Portugal para lo preponderantemente atlántico, Pirineo Aragonés-Cabo de Gata para lo más mediterráneo, Lisboa-La Nao para el caso africano, y Duero-Tortosa para el europeo. Por ahora me deben conceder algo de crédito y paciencia, pues precisamente este blog estará dedicado a demostrarlo y sólo en su faceta afroibérica, que es la que más precisa ser reivindicada. No creo necesario decir que estas zonas resultantes no equivalen a nación o cultura alguna, y que las líneas propuestas más que a fronteras deben compararse a cuando un aroma deja de percibirse con intensidad. Sin embargo sí se apoyan en realidades orográficas, climáticas, históricas, etc. que permiten que, aún si conocer los pormenores del esquema, este resulte bastante coherente. En las próximas entradas sobre geografía afroibérica veremos si Afroiberia está avalada geográficamente y cuáles son sus peculiaridades como región.