Interrumpo mi letargo bloguero
para comentar la última pirueta mediática del workshop Atapuerca. Según
Bermúdez de Castro, ahora Homo antecessor no es ancestro de neandertales y
modernos. Recordemos que fue también él quien nos anunció hace meses que los
Homo heidelberg de la Sima de los huesos eran “la madre de los neandertales” y,
algo antes, que el “antecessor” de la Sima del Elefante realmente se
correspondía con una nueva especie más emparentada con Homo georgicus y Homo erectus,
siempre que este fuera considerado en su vertiente pekinesa y no africana,
faltaría más.
Es evidente que tras este paquete
de medidas hay una estrategia: las tres especies (Elefante, Huesos y TD6)
acaban rebautizadas como inéditas y en los tres casos se subraya su origen
euroasiático y no africano. Por el momento han decidido guardar cautela, por lo
que aún no han hilvanado los tres especimenes dentro de una cadena evolutiva
propia, pero tiempo al tiempo. No en vano tenemos una “madre de todos los neandertales”
(Sima de los Huesos), una especie “hermana” del neandertal y “prima” del humano
moderno (TD6), y finalmente un erectus chino-burgalés, que viene a encarnar el
papel de abuelo cebolleta (Sima del Elefante). Demasiados parentescos para
resistirse, menos aún el equipo atapuerco, a cerrar el círculo y contar una
bonita historia.
La noticia que hoy nos ocupa está
en la línea de absurdos y contradicciones de las demás. Durante casi 20 años,
v-e-i-n-t-e, se nos ha venido martilleando con la existencia de un ancestro
común, de ahí “antecessor”, para modernos y neandertales. En todo ese tiempo,
hasta donde alcanzan mis lecturas, no existía el menor atisbo de duda sobre
esta cuestión entre el equipo burgalés: se hablaba de “especie elegida”, se
reescribieron los árboles filogenéticos, y se proclamaba que faltaba poco para
encontrar los hasta hoy esquivos antecessors africanos. El repentino cambio de opinión tiene su
lógica, pero carece de vergüenza. Es obvio que la comunidad internacional ha
ido restando paulatinamente su apoyo inicial a la existencia de tan
trascendental nodo evolutivo. Mientras que las fechas no eran cuestionadas, y
bastante hay con ello pues supusieron en su día todo un desafío a las
“cronologías cortas”, sí lo ha sido el pretendido protagonismo que estos
especimenes tuvieron en nuestro desarrollo biológico. La cuestión, para los
oportunistas directores de Atapuerca no podía estar más clara: o persistir en
un “eslabón perdido” que a nadie convence ya, o amoldarse a la mayoría y
desdibujar aristas. Antecessor ya no cuenta con ese aspecto friki y desafiante,
ahora es uno más de esos erectinos-heidelbergoides-preneandertales que poblaron
la Europa del Pleistoceno Inferior y Medio, y la comunidad académica seguro ha
recibido la noticia con alivio. De camino, remueven la olla para que huela un
poco más, habida cuenta de que cierto hartazgo hacia antecessor y su troupe no
sólo se ha instalado en las universidades sino también en la calle.
Cuestión nada desdeñable para el
asunto que nos ocupa es la reciente colonización, con todas las letras, que los
atapuercos han desarrollado en Orce. Telegráficamente, si antecessor era padre
(o abuelo) de modernos y neandertales su origen debía estar en África, donde
como acabamos de decir se lo esperaban encontrar más pronto que tarde. Bajo
estas circunstancias, la presencia de humanos en Granada hace 1.5-1.3 millones
de años (usando sus fechas oficialistas) haría inevitable buscar allí los
mismos antecessors de Burgos y, lo que es peor, plantear muy seriamente la ruta
gibraltareña como entrada de dichos “europeos prístinos”. Antes de poner sus
zarpas en la cuenca Guadix-Baza, y con Gibert vivo para guardar el cortijo,
sencillamente no se hablaba del asunto, como si nada hubiera allí de valor.
Ahora sí conviene darlo a conocer, porque presuntamente lo han “descubierto” todo
ellos (o sus esbirros e infiltrados), pero con ello abren la caja de Pandora
que acabo de exponer. Solución: el atapuerco por antonomasia es descendiente de
erectus asiáticos (chinos a ser posible, que los javaneses aún suenan muy morenetes).
De este modo, pueden armonizar su lote con lo que encuentren en el magreb
andaluz, ahora convertido en mero culo de saco de las andanzas de los
pekineses. Teniendo en cuenta la velocidad con que envejecen la Sima del
Elefante y rejuvenecen Barranco León y compañía, y dado que académicos y
público parecen acatarlo, lo tienen chupado.
Amigos afroibéricos, que no cunda
el pánico. Como en el cuento de la cenicienta, las feas son las feas y la guapa
es la guapa, por mucho que la encierren en la cocina. La riqueza y antigüedad
antropológica del tercio sur peninsular no va a ser silenciada por ponerle
vallas a Venta Micena o por maltratar a Gibert hijo y sus americanos.
Recordemos que aquel paleolago granadino apenas ha sido rozado
arqueológicamente, y que aún aguardan vírgenes las terrazas en altura de
nuestros ríos, las playas fosilizadas y cientos de enclaves más. Seguro que
habremos de esperar años, probablemente décadas, pero igualmente es seguro que
un feliz día todos estos mafiosos y mamarrachos serán carnaza historiográfica y
acabarán retratados en su infeliz dimensión. Afroiberia, tiempo al tiempo, será
su particular avispero vietnamita.
Pd: De su amada China, y ya
advertí del rampante sinocentrismo antropológico, claman por otra nueva
especie. El que quiera cuentos para dormir que teclee Maludong en google y se
ponga al día. A mi me pilla algo harto de tanto deshoje de la margarita: humano
moderno o humano arcaico, primo tercero por vía materna del erectus progresivo
tejano o retroneandertal con trazas denisovianas pasadas por migración temprana
de modernos “que no contribuyeron genéticamente al hombre actual” (¿acaso
analizaron su ADN?). Se que me repito más que el ajo, pero me obligan a ello:
la única solución a tanta ridiculez pasa por considerar a los Homo como especie
y no como género. A no ser, claro está, que comas de bautizar huesos.